Capítulo 30.

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"Un orgasmo al día es la llave de la alegría".

JENNIE KIM.

Gemí en sus labios y me arquee cuando su respiración chocó con la mía, tomó mi barbilla con una mano y me besó.

Enredé mis manos en su nuca y dejé que mi lengua húmeda y con sabor a alcohol chocara con la suya, era un momento extasiado donde si no hubiese música, nuestras respiración y labios chocando sería lo único que se escuchara. Mi vergüenza se terminó de ir con el poco alcohol que entró a mi sistema.

No era muy tolerante dado que nunca bebí. Me sentía mucho más atrevida que otras veces, y con las manos de Lisa paseado por mi cuerpo, me sentía deseada.

El piercing de Lisa en su labio estaba frío, y ese sabor metálico entró a mi boca, cogí el atrevimiento de entrar mi lengua y hacer que iniciara una batalla con la suya. No sé que tan tolerante era ella al alcohol, pero sus manos viajaron a mi trasero y apretaron, y ahí fue que sentí como la parte baja de su cuerpo estaba dura.

Me separé rápidamente con el pecho subiendo y bajando, un poco sudada y sin poder quitar la mirada de sus labios, los cuales se encontraban hinchados por el beso, y me dieron ganas de no abandonarlos. Eran adivictivos como droga. Miré alrededor y cada quien estaba en sus asuntos.

Lisa buscó besarme de nuevo pero yo no se lo permití, y alejé mi rostro más no mi cuerpo. Ella lo deseaba, todo me lo decía, su respiración, sus ojos, la mirada en la que miraba mis labios.

Saqué valentía no sé de donde, y como yo también lo deseaba desde hacer rato, agarré su mano y la arrastré conmigo. Lisa no puso impedimento.

Después de buscar desesperada el baño, la arrastré hasta un pasillo corto y algo oscuro en el cual a penas y se distinguían nuestros rostros. Lisa me arrebató el poco poder que tenía y me empotró de la pared con brusquedad, elevó mi pierna para que la rodeara con esta y poseyó mis besos, mi cuerpo y todo en mí.

Ya no era tan difícil seguirle el ritmo, pero eso no significaba que no me costara todavía, y más si los besos de Lisa eran ardientes y un sin número de más buenos adjetivos. Donde nuestros cuerpos ardían en llamas y ya no parecía ser suficiente aquel roce.

Gemí cuando su lengua pasó por mi labio inferior con experiencia, se escuchaba un poco de la música al fondo, pero estábamos lejos de prestarle atención a eso. Me arqueé para sentir su cuerpo más cerca.

—Jennie... —cortó, separándose, rompiendo el beso y dejándome mareada. Y para no mentir, sentía una humedad entre mis piernas las cuales ya conocía—. Espera... así no.

—¿Por qué? —solté sin pensármelo. Sinceramente, el momento se hizo dueño de mí.

—Porque estoy excitada, tengo una puta erección y sino nos detenemos puede que esto no termine como tu quieres —fue clara conmigo.

Cuando miré hacia abajo, vi como su pantalón estaba algo elevado. Y no sé que había en mí, ni porque lo pregunté, pero sin duda el día de mañana sería el de los arrepentimientos.

—¿Puedo...? —frunció su ceño.

—¿Perdón?

Parpadeé repetidas veces, —Yo... —me puse nerviosa. Esto no era común en mí—. Bueno... si tú quieres.

—Dame tu mano —me pidió.

Yo se la entregué. Lisa se apoyó de la pared y la llevó a su pene, me quedé muda al sentir esa dures debajo de mi palma. Pero no la aparté porque era lo que deseaba, me mordí tan fuerte el labio que creí sacarme sangre. No quise hacer mucho por miedo a que las cosas no salieran como yo pensaba o como Lisa quería.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora