Capítulo 23.

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"El orgasmo es el gran comedor de palabras. Solo permite el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, pero no la palabra".

Valerie Tasso.

JENNIE KIM.

Me detuve a pensar un rato en lo que había hecho y lo que había sentido mi cuerpo. Lo que tantas veces evité, el sentimiento que me invadió fue más fuerte que cualquier otra cosa. Miedo, placer, confusión, un remolino el cual traía consigo más emociones de las cuales yo podía enumerar. Me sentí culpable y no supe la razón, a pesar de haber hecho algo que estaba supuestamente bien.

Me paré casi corriendo y miré alrededor buscando no sé qué. Pero quería sostener algo y hacerme bolita en mi cama, no pertenecía a este mundo; tenía que ir a la iglesia y confesarme a Dios, falte a la palabra de mi padre.

—¿Qué hiciste? —pregunté en un tono de voz bajo. Lisa frunció el ceño y se puso de pie, aun manteniendo aquella erección—. No debiste.

–Jennie, tranquila, las dos quisimos esto. Sólo tuviste un orgasmo —explicó, subiendo sus manos.

—Ese es el problema, no tengo que hacer eso a menos de que no sea dentro del matrimonio —expresé con aflicción—. Le fallé a mi padre, le fallé a mi futuro esposo, le fallé a la iglesia...

—Que importa todo eso cuanto te fallas a ti misma. Esto lo hiciste porque te apeteció —espetó Lisa—. Basta de ser una reprimida.

—Fuiste tú —la miré con rabia. Y me lancé hacia ella, empujándola y haciendo que caiga en la cama—. ¡Esto es tu culpa!

—Jennie, cálmate —en mis ojos se formaron lagrimones—. Esto lo quisimos las dos, ambas buscábamos esto.

—No —negué repetidas veces con la cabeza—. Esto no soy yo... yo no soy esto.

Ese era el sentimiento de culpa del que tanto mi padre me hablaba cuando cometías un pecado. Había hecho eso con una mujer, con una mujer con pene y encima que tiene todas esas en el cuerpo. ¿Cómo pude yo permitir todo eso?

Esta era una faseta de mí la cual no conocía, esas groserías que lancé al aire y esos pensamientos morbosos con una sensación; no eran buenas. Yo estaba mal, tenía que irme de aquí y jamás volver. Si mi familia se enteraba de esto no sé que sería de mí.

Cuando estaba a punto de marcharme, Lisa me tomó de la mano con rapidez. Pero yo busqué soltarme, y este era el problema que no tenía ni la más mínima idea de porque ella causaba eso en mi cuerpo. Porque me sentía así con ella y tampoco entendía el porque le daba tanta confianza de poseerme de esa manera.

Cuando a nadie jamás se la di.

Pero su ser, toda ella tenía una efecto en mí el cual ni siquiera yo misma sabía reconocer; y es que cuando se trataba de Lisa, mi mundo automáticamente se ponía patas para arriba. Y todo lo que yo un día ordené, quedaba roto o simplemente dejaba de existir.

Me zafé de su agarre y la miré fijamente a los ojos pero con vergüenza.

Se veía asustada y hasta arrepentida, pero no me dejé convencer, eso hacían las personas como ellas; querían darte lastima, hasta destrozarte y yo no caería en las garras de Lisa, sería una pena de muerte. Y el final no sería para nada bonito.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora