Capítulo 32.

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"Un beso lento que nos lleve rápido a la cama".

LALISA MANOBAN.

—Ayer la pasamos increíble, papá —dijo Minnie con entusiasmo—. Es más, creo que fue el mejor día luego de haber llegado a este pueblo.

—Me di cuenta, no llegaste muy sobria —se cruzó de brazos—. ¿De cuándo acá tienes permiso de beber?

—No seas así, papi —se puso de pie y abrazó a papá por detrás. Era una buena forma para convencerlo; y papá era muy fácil—. Sabes muy bien que no tiene nada de malo que tu hija disfrute.

—Sí, no tiene nada de malo, pero no de esa manera, es una irresponsablidad y te recuerdo que hay leyes —mencionó.

—¿Y si no hubiesen?

—Bebe hasta olvidar tu nombre, pero no lo vuelvas a hacer ahora, espera tener la edad suficiente, ¿sí?

—Bueno, está bien, no seas gruñon —dejó un beso en la mejilla de papá, para luego volver a su asiento—. Mamá dice que beber hace olvidar.

—Sí, pero no de esa manera, exagerada —mamá jugó con el cabello de Minnie—. Para la próxima te castigo. ¿Y tú? llegaste más sobria de Minnie.

—Es que yo sí sé tomar —me defendí.

—Que va, lo que pasa es que... —le lancé una servilleta antes de que hablara.

—Deja de ser bocazas —la miré mal.

—¿Algo que debamos saber? —averiguó nuestra madre.

—Nada del otro mundo —me encogí de hombros—. Por el momento.

—Pues espero que nos cuenten las cosas —advirtió nuestro padre.

—Sí, papá •asintió Minnie—. Cuando suceda algo en el momento justo se lo diremos. Quédense con saber que la pasábamos increíble.

—¿Saben? —empezó mamá—. Tom se quería colgar de las paredes al no ver a sus hijos presentes —todos en la mesa reímos—. Estaban muy desesperados. Y Maud también.

—Es que Tom es demasiado estricto, le tiene reglas como si fuera una cárcel —confesó mi padre.

—Jennie es una chica maravillosa —hablé, dejando a todos boquiabiertas—. Tiene una sonrisa hermosa, unos ojos atrapantes, y con el simple hecho de mirarme... —suspiré—. Es suficiente para hacerme sentir cosas que ni yo sabía que tenía dentro de mí. Sentimientos buenos, mágico...

—¡Uuuh! —soltó mi madre—. ¿Hay que preocuparse?

Despabilé, —No. Para nada, sabemos que nada va a pasar; Jennie no dejará a su familia por nada ni por nadie. Así que ni me esfuerzo.

—No estaría tan seguro de eso —mi padre se limpió los labios y carraspeó, uniendo sus manos por sobre la mesa—. ¿Y si le haces una cena?

—¿Una cena? ¿cómo es eso?

Miró a mi madre con complicidad.

—Muy fácil. Invítala a cenar, hazle ver que contigo puede tener algo seguro, algo mágico como dices tú que ocurre cuando te mira a los ojos —una sonrisa se fue formando en mis labios.

—Estás loco, papá —mo mofé.

—¿Por qué? dices que te gusta, o bueno, no directamente pero si indirectamente —dijo Minnie—. Y si quieres algo serio con Jennie, que no es una chica cualquiera, no veo el problema de lo que te está ofreciendo papá.

—Así conquisté a tu mamá, y mírala aquí. No quieras saber los manjares que le hice, eso sí, la comida se me quemó unas dos veces antes de que me pudiera salir como yo quería.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora