Capítulo 29.

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"Tu belleza es comparable a la belleza de las flores y a sus colores vivos en primavera. Me gustaría cuidar de tu corazón, así como se cuida de una flor, con delicadeza y con ternura".

JENNIE KIM.

—Dime, por favor. Yo te digo mis cosas a ti, hermanita —Jaemin me persiguió hasta mi habitación.

—Pero porque quieres, no porque te lo pido —aclaré—. Y sinceramente, ya sabes la verdad. ¿Qué más quieres que te diga?

—Como el porqué llegaste tan temprano, sería una muy buena opción —sugirió—. Tú jamás llegas temprano, o por lo menos no tanto. Y tienes suerte de que no te lo pregunté ayer, sino que te lo pregunto hoy, te deje un día libre de preguntas.

—No te importa, Jaemin —me quité los zapatos, y los puse a un lado.

—Si te viste con el idiota de Kai...

—No me vi con Kai, ni siquiera hablamos. Fue con Lisa —se me escapó. Me llevé la mano a los labios, y maldije.

Jaemin abrió los ojos, entusiasmado, —¡No me jodas! ¡hasta que por fin te diste cuenta que es la persona que te conviene y dejaste al cacas!

—Dejen de decirle así —lo miré mal, pero por un lado me causaba algo de gracia—. Y no es lo que tú piensas, Lisa y yo somos amigas. Nada más.

Y en parte era cierto, pero por otro lado, no quería a Lisa sólo como a una amiga. No sé que nació en mí que de la noche a la mañana, me fijé en ella como algo más. O quizá siempre fue así, con los besos que nos hemos dado, más lo bien que me trata y la confianza que tengo en mí misma cuando estoy con ella, nuestra relación no ha hecho sino mejorar.

Sonrío cuando pienso en ella, y todos los prejucios se esfuman cuando de Lisa se trata. Mi corazón se acelera y con ella quiero hacer cosas que sé que con nadie más podría hacer. Porque me siento yo, no me siento presionada ni mucho menos mal vista. No me mira con malos ojos y me respeta; ella... en serio me hace creer que me quiere.

Y no sé que tal fue su vida antes porque nunca me ha platicado de eso, pero lo que veo ahora se me hace tan lindo y especial. De tanto repetirme lo hermosa que soy, me lo terminaré creyendo.

Pasar momentos con ella es agradable a tal punto de que no quiero que el día termine.

—¿Amiga? —rió a carcajadas—. Eso ni tú te lo crees, una amiga no se mira así a otra amiga. Y entre tú y yo, a Lalisa se le para cuando te ve.

—¡Jaemin! —grité, alarmada—. ¿Tú como sabes que ella tiene...?

—Paso más tiempo en casa de los Manoban que aquí. Incluso, cuando papá y mamá no están, meriendo con ellos. Son personas agradables, Jen. Me hacen sentir en familia y estoy enamorado de Minnie —soltó un suspiro soñador—. Es lo que siempre quise. Y sé que Lalisa tiene pene porque Minnie me lo confesó.

—¿Y sabe Lalisa que Minnie te lo confesó a ti?

Titubeó, —Bueno, pues... saber de eso, de saber... no. Pero tampoco se tiene que enterar. Pero... ¿y tú cómo te enteraste? —entrecerró los ojos con una media sonrisa, complice.

—¿Yo? —me hice la desentendida.

—Ajá, tú misma. No veo a nadie más en esta habitación. Y dime la verdad, Jennie, a mí no me vayas a mentir porque sé cuando lo haces. Y por cierto, mientes pesimo —declaró.

—Pues... yo... lo escuché de su amiga Roseanne. Sí, fue así que me entere, y sal de mi habitación —señalé a la puerta.

Pero este se rehusó, —No va a pasar, Jenjen —se lanzó a la cama de brazos y pies cruzados. Que necio podía llegar a ser—. Me siento aquí hasta que me cuentes el como lo supiste, sin mentirme, sin titubear y mirándome a los ojos.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora