Capítulo 42.

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"Cuando tienes miedo pero lo haces de todas formas, eso es valentía".

JENNIE KIM.

—Lisa —musité.

—Nosotras... desaparecimos —Doyeon salió tomando a Jisoo de la mano, para dejarme a solas con Lisa.

Que buenas amigas tengo. Para eso no necesito enemigas.

Metí mis manos en los bolsillos traseros de mi pantalón, nerviosa por la presencia de Lisa; y es que siempre se me había sido más fácil ignorar el hecho de que Lisa vivía justo a mi lado.

Esta se encontraba igual de nerviosa que yo, y no era normal verla así. Tenía mucha confianza en sí misma, la cual no estaba demostrando ahora. Su mirada bailó por toda la habitación, pero nunca estaba sobre la mía, eso hasta que yo carraspee, lista para tener esa conversación con ella.

—Entonces... ¿cómo te va? —pregunté.

—No quiero hablar de como nos va porque si por ahí vamos, si tú no estás me va del carajo, Jennie —comunicó con aflicción.

—Por ahí no, Lisa, no vayamos por ahí.

—Jennie, basta de vivir bajo las sombras —exhaló—. Te amo, Jennie.

Mi corazón dejó de latir, mi respiración se cortó, mi mundo se detuvo. Como si esas cinco letras era todo lo que necesitara. Las dijo como se dicen los buenos días en las mañanas, como si estuvieras pidiendo un vaso de agua, pero lo sentí sincero.

Fue como una turbulencia, de esas que cuando viajas te asustan, pero son adrenalina, algunos cierran sus ojos para imaginarse cosas bonitas otros los dejan abiertos, con una sonrisa en el rostro y algo muy similar a las mariposas en la barriga.

Es de esas primera veces que te compran tu juguete favorito, que viene de una persona especial y lo quieres cuidar hasta tu último momento. Porque aun así pasen los años seguirán teniendo el mismo valor.

Y ojalá todas esas cosas que mencione sean la mitad de lo que me hizo sentir ese "te amo". El cual sin yo quererlo, me hizo cuestionar todo. Ya Lisa me estaba afirmando que no sólo le gustaba mi físico, sino que me aceptaba tal cual era. Completa, con imperfecciones y mis arranques locos de celos, mi enojo, mi amabilidad... ella estaba abriendo paso a eso que le llamamos, "amar a una persona por lo que es, no por lo que tiene".

Sus ojos me miraban, no se apartaron ni un sólo segundo de mí, como mar en desierto seco, en cual las flores recien empezaban a nacer, como si por fin nos dieran a conocer lo que hay más allá de nuestro planeta. Y lo había dicho mirándome a los ojos.

Sus ojos eran ese color hermoso, resplandecientes. Unos mieles tiernos, cautivadores que cuando me miraban adquirian un brillo auténtico y particular.

—Lisa, no digas eso, y vete, mis padres están en casa —hice un ademán hacia la ventana.

—¿Tu sientes lo mismo?

—Basta, Lisa —maldije por lo bajo—. Esto no es justo, no lo estás haciendo justo para mí.

—¿Y tú sí para mí? por cobarde vas a dejar que lo nuestro se termine, dijiste que estas enamorada de mí, eso no lo puedes reprimir.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora