32 - Un descanso y una amenaza

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Qi Rong miró al bebé con sospecha, su mente había revivido un episodio doloroso de su vida y el sonido que escuchó era el mismo que su pequeño yo de la infancia había dicho, solo que en la boca de esta criatura sonaba suave y relajado.

—¿Estas espiándome mocoso? — preguntó frunciendo el ceño.

El bebé no podía decir palabras todavía solo sonidos sin mucho sentido, así que difícilmente podría recibir una explicación, pero al parecer al pequeño Deming le parecía divertida la voz y expresión de esa calamidad y sonrió de forma adorable.

El fantasma verde se sintió frustrado, bajó de la cama y apretó sus mejillas moviéndolas como un par de dulces de arroz, aunque su intención era incomodarlo, parecía que eso le gustaba, y su hermana que estaba a su lado se sintió celosa y movió sus manitos para agarrar su manga.

—Tú también quieres, no digas que no te lo advertí.

Qi Rong hizo lo mismo con las mejillas de la bebé, quien soltó carcajadas de diversión, sin darse cuenta el mayor también se estaba divirtiendo bastante, la piel de los bebés era suave y elástica, así que terminó molestando a ambos, a uno con cada mano, dando amenazas vacías que los pequeños no podían entender, hasta que Guzi lo sorprendió.

—¿Eso es divertido? Yo también quiero hacerlo...

—No es divertido, es... Es tortura, están pagando por el daño causado por sus padres, y si sigues molestando te torturaré a ti también.

Guzi no dijo nada, solo se le quedó mirando y aguantando la respiración, como si quisiera pedir que jugara con él también.

—¡Mocoso insolente, no me mire de esa forma cuando te hablo!

El pequeño Guzi fue otra víctima de las torturas de ese despiadado demonio, y como él era mayor tuvo la oportunidad de intentar huir, pero eso solo aumentó la furia de su señor, ya que recibió además muchas cosquillas.

De esa forma Qi Rong no pudo seguir pensando en sus malos recuerdos, no valían la pena, hacía cientos de años que había dejado de ser un mortal, por lo tanto, debía centrarse en el presente y en los objetivos que tenía en frente.

Mientras tanto en la capital celestial las cosas se habían tornado complicadas, por supuesto que los oficiales no se quedarían de brazos cruzados tras ser encerrados, por su parte Xie Lian pudo contactar a Hua Cheng quien rápidamente notó que las cosas andaban mal, y en el templo del viento los afligidos padres comenzaban a entrar en razón.

Shi Qing Xuan había sido un mar de lágrimas, revolviendo todas sus pertenencias esperando que sus hijos no hubieran sido capturados, con la esperanza de que en realidad estuvieran escondidos en algún rincón.

—Amor... Amor detente, los niños no están...— dijo He Xuan tomándolo de los hombros.

—Entonces qué debemos hacer... No puedo simplemente quedarme esperando que Jun Wu decida devolvernos nuestros poderes— el mentón de Shi Qing Xuan temblaba sin poder retener su desesperación.

—Primero debes saber que ese portal conectaba a nuestra isla, Qi Rong no podrá salir de allí sin pasar desapercibido, recuerda que tenemos un guardián que vigila la bahía, él podrá ayudarnos a encontrarlos cuando salgamos de aquí.

—¿Te refieres al pez dorado? — Shi Qing Xuan se secó las lágrimas con sus largas mangas.

—Si, el mismo, estoy seguro de que mantendrá vigiado a Qi Rong— He Xuan bajó las manos de sus hombros hasta tomar suavemente sus manos —Y aunque no tenemos poderes, todavía tenemos instrumentos espirituales que podrían ayudarnos, solo debemos buscar.

Aunque revisaron en cada cofre, no encontraron demasiadas cosas que sirvieran para escapar, pero al menos tenían un arsenal de armas, al parecer el plan sería enfrentar directamente a su enemigo para salir de allí.

Sin tener que ponerse de acuerdo de pronto un gran número de oficiales celestiales se había reunido en torno al palacio de Xie Lian, en donde Jun Wu tenía puesta su atención, intentando atormentar al príncipe heredero, pero no contaba con que Hua Cheng había logrado llegar allí, He Xuan y Shi Qing Xuan se sumaron a quienes quisieron oponer resistencia, logrando retener a quienes estaban a su favor, pero incluso así él parecía mantener demasiada confianza.

—Yo no dejaría a sus pequeños hijos a solas si fuera ustedes— se burló Jun Wu —Puede que haga demasiado calor para ellos.

Frente a los ojos de todos los palacios de los oficiales celestiales comenzaron a incendiarse, los gritos llenos de alarma se escuchan por toda la ciudad, ahora todos en la capital celestial estaban a merced de unas terribles llamas que se negaban a apagarse a pesar de todos los esfuerzos.

—No debería sentirme aliviado, pero me alegro de que no estén aquí en este momento— murmuró Shi Qing Xuan.

Pero sus palabras aunque eran débiles fueron escuchadas por el emperador, quien cambió su expresión maliciosamente.

—Así que no están aquí... Vaya, que mala suerte tuvieron para ganarse a una familia tan negligente, pero descuiden, me encargaré de traerlos, seguramente al príncipe heredero le encantará ver lo que tengo preparado para ellos.

—No te atrevas...— amenazó He Xuan alzando una espada.

—¿O qué? — respondió Jun Wu sonriendo.

He Xuan se dejó llevar por la ira y atacó impulsivamente, pero la espada apuñaló el aire, la persona frente a ellos había desaparecido ante sus ojos, dejando atrás a deidades atrapadas en un lugar en llamas del cual no podían escapar.


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Comentario de la autora~

Ayer no alcance a terminar de escribir este capítulo, pero dicen que mejor tarde que nunca jujuju


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