47- Acción precipitada

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Qi Rong ya estaba bastante herido, la presión de He Xuan sobre su brazo era molesta y dolorosa, pero entendió rápidamente que si intentaba  resolver las cosas por su cuenta solo empeoraría todo.

—Fui yo quien cuidó a tus hijos durante estos días, si quisiera hacerles daño ya lo habría hecho así que suéltame de una puta vez— el tono serio en la voz del demonio fue bastante inusual.

—¿Cómo sé que no vas a volver a lanzar esas flamas? Es evidente que lo único que te interesa es ese niño...— He Xuan se negó a soltarlo sosteniéndole la mirada desafiante.

Pero entonces la dama del viento intervino, y se puso delante de Qi Rong para convencer a su esposo.

—Confío en él, los niños lo quieren mucho, no perdamos tiempo discutiendo entre nosotros— Shi Qing Xuan quitó suavemente la mano de su esposo, liberando a Qi Rong de la amenaza del demonio de aguas negras.

—Bien y si su idea no implica liberar a los niños de la jaula entonces cuéntenme cual es el plan, porque es evidente que ya no requieren de mis flamas...— dijo el demonio.

—La cuerda... Tenemos que evitar que se corte— aunque solo llevaba consigo el agua de una cantimplora, He Xuan usó su elemento para llevarlo hasta el punto en donde ambas jaulas colgaban, transformando el agua en hielo, de esta forma, aunque el nivel de la lava subiera, los niños no caerían.

Y aunque entre los tres ya estaban buscando la forma de llegar a ellos subiendo la cuerda o saltando hasta el lugar, la batalla entre Xie Lian, Hua Cheng y el demonio de blanco era intensa, Jun Wu era tan rápido que al rey demonio le costaba seguirle el ritmo y apenas evitaba sus ataques, y aunque las habilidades de Xie Lian eran superiores, se veían limitadas por su energía espiritual.

Como si su enemigo se deleitara de sus problemas le pareció buena idea complicar aún más las cosas, lanzando dagas en dirección a los niños sin previo aviso, tan rápidas que solo fueron un reflejo de luz, una de ellas cortó la cuerda que sostenía a los mellizos y la otra rompió los barrotes de la jaula de Gu Zi.

En ese punto las cosas parecieron ir en cámara lenta, la jaula de los bebés cayó pero la pequeña mano de Gu Zi sostuvo el resto de la cuerda, utilizando toda su fuerza para no caer con ellos en el proceso.

Abajo Qi Rong gritó con alarma, Shi Qing Xuan tomó su abanico y le exigió a su esposo que la arrojara hacia ellos.

He Xuan no se detuvo a pensarlo, rápidamente entendió lo que planeaba su esposa, alzó su cuerpo y con toda su energía la impulsó hacia ellos, justo a tiempo para tomar en sus brazos a Gu Zi y a los bebés. Cuando la gravedad amenazaba con hacerla bajar hacia el peligroso lago, la dama del viento utilizó su abanico para impulsarse en dirección contraria, generando un vendaval de aire sofocante a su alrededor.

Qi Rong y He Xuan corrieron en aquella dirección para recibirla y ayudarla, y aunque cayó en los brazos de su esposo, el impulso del viento había sido tanto que los arrastró varios metros y el demonio verde quedo aplastado bajo el cuerpo de He Xuan.

Pero no había tiempo para quejas, Qi Rong se quitó el polvo del cuerpo y tomó con fuerza al pequeño Gu Zi que todavía tenía las mejillas húmedas de tanto llorar. He Xuan abrió la jaula de un solo movimiento y sacó a los bebés preocupado de su condición ya que ambos lloraban abriendo apenas sus ojitos.

—Están debilitados...— dijo asustada la dama del viento.

Su padre temblaba, pero lo único que podía hacer en ese momento era brindarles de su energía de forma directa, abrazó a ambos bebés y transmitió su poder, observando como ese brillo característico iluminaba sus rostros nuevamente, logrando calmarlos y mejorar su condición.

—Lamento mucho no haberlos podido defender, pero papá se encargará de que esto no vuelva a pasar...— murmuró He Xuan a sus hijos, para luego besar sus frentes y entregarlos a su madre, a quien beso de igual manera.

He Xuan se alejó unos pasos antes de clonarse a sí mismo, esta vez la cantidad de clones fue tanta que parecía un ejército dispuestos a defender a su familia, era lo mínimo que podía hacer si tenía que alejarse para unirse a la batalla.

Al observar esto Qi Rong no quiso quedarse fuera, sentó al niño junto a la dama del viento y le ordenó que se mantuviera allí hasta que regresara, no dejaría que lo excluyeran de ese enfrentamiento, ahora tenía sus propias razones para vengarse de ese bastardo.



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Comentario de la autora~

Ufff tráiganme una coca bien helada, esto me costó.


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