49- fin de la tormenta

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—¿Estás bien? — preguntó He Xuan al príncipe heredero que parecía bastante conmocionado por lo que acababa de ver.

—Si... Yo, solo no me esperaba que hicieras eso, aunque ahora si creo que podemos estar seguros de que es el final.

He Xuan miró en dirección a sus compañeros y entrecerró los ojos al ver algo extraño.

—Creo que deberías ir a ver a Hua Cheng...— le advirtió.

Xie Lian no perdió tiempo y corrió hacia donde lo había dejado, apartó rápidamente a Qi Rong y descubrió que la apariencia de su novio había cambiado nuevamente, al parecer había utilizado casi toda su energía espiritual, tal vez si no hubiese sido por la intervención del demonio verde habría agotado hasta sus últimas reservas para dárselas. Ahora quien había sido el temible rey fantasma era un niño pequeño que debería tener una edad similar a la de Gu Zi.

—Gege... Lo hiciste muy bien—

El pequeño Hua Cheng estiró los brazos y dejó que su querido príncipe lo alzara para envolverlo en un abrazo y llenarlo de besos en el rostro, haciéndolo reír.

—Todo es gracias a ti, déjame devolverte lo que tomé prestado...

Pero el pequeño Hua Cheng negó con energía.

—Yo estoy bien, quiero que Gege conserve lo que le regalé, a cambio debes quedarte conmigo hasta que vuelva a ser grande.

Xie Lian soltó una risita y Qi Rong fingió tener nauseas.

—Voy a quemar el cuerpo de ese hijo de puta, haré que arda hasta que ya no queden ni siquiera cenizas.

Los demonios y el príncipe heredero volvieron al lugar en donde habían dejado a la maestra del viento y los pequeños, Shi Qing Xuan era un mar de lágrimas tras enterarse de que todo por fin había terminado, lo cual contagió también a los pequeños, así que He Xuan y Qi Rong tuvieron que contener la situación.

La noticia se extendió entre todos los oficiales celestiales, pero ahora que la capital celestial ya no existía, todos tomaron rumbos diferentes.

Debido a su condición, Hua Cheng prefería mantenerse oculto junto a Xie Lian en una humilde cabaña en la colina, por fin alejado de la mala suerte que le traían esos grilletes, los cuales se habían roto tras recibir tanta energía espiritual, ya no había peligro de derrumbe al encontrar un hogar.

 No muy lejos de ellos se había asentado Qi Rong y el pequeño Gu Zi, quienes gozaban de un espacio acogedor como recompensa por haber cuidado a las pequeñas lamparitas.

Shi Qing Xuan, He Xuan y los bebés habían regresado a la isla junto a su guardián, pero debido a todo lo que había ocurrido, fue imposible no preocuparse por Shi Wudu, por lo que al final terminaron haciendo visitas regulares al monasterio esperando su adecuada recuperación.

Cada día que pasaba los mellizos se hacían más grandes e inteligentes, pronunciando por fin sus primeras palabras, mami y papi a Shi Qing Xuan según su apariencia y papá a He Xuan, quien se sentía cada día más afortunado por tener una familia tan preciosa que lo acompañara.

Esa noche ya era tarde cuando He Xuan se disponía a descansar, pero cuando quiso recostarse se sintió bastante incómodo.

—Cariño... ¿No crees que ya va siendo tiempo de que los niños pasen a dormir en su habitación?

—¡Qué! — dijo Shi Qing Xuan frunciendo el ceño — Es demasiado pronto, todavía les doy leche en la noche y se sentirían solos si despiertan y no estamos...

—Pero ya duermen sin despertarse de noche y cada día están más interesados en probar otros alimentos y el médico también dijo que podrían dejar la lactancia cuando te sintieras preparada...

—Pero... Pero yo...— Shi Qing Xuan hizo un puchero— Tengo miedo, no puedo olvidar que se los llevaron de mi lado por haberlos descuidado, no quiero que algo así vuelva a pasar nunca...

He Xuan se sintió culpable por haber hecho esa sugerencia sin tener en cuenta sus sentimientos, tomó a la pequeña y la acurrucó más cerca de su hermano para hacerse un espacio y abrazarlos a los tres.

—Tienes razón, es muy pronto, pero entonces deberíamos conseguir una cama más grande ¿Qué te parece?

—Eso si suena como una buena ideas— La dama del viento suspiró aliviada y se acurrucó más cerca de ellos —También tenemos que comprar más ropa, estos niños crecen tan rápido que su ropa les queda justa.

—Bien, bien, iremos de compras y de paso deberíamos visitar a los demás.

—Eso suena divertido.

La pareja se acercó para besarse, pero apenas separaron sus labios los pequeños se sintieron incómodos por haber sido apretados y comenzaron a reclamar, despertando de su sueño.

—¡Mami, no!

—¡Papi mío!

Pero no había problemas en compartir del afecto, ambos niños fueron llenados de besitos y cosquillas, ya que no tenían sueño, papá y mami podían dedicarse un rato a jugar.




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Comentario de la autora~

Muchas gracias a todos los que han llegado hasta aquí con la lectura, espero no haberlos hecho sufrir tanto, a continuación dejaré todo el fanservice que me pidan, no duden en solicitar las escenas más cursis y bonitas que se les ocurran porque quiero que me de diabetes con esta familia tan bonita.

Días luminososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora