El gran día
No sabía con exactitud cuándo tiempo había dormido, pero tenía claro que había sido poco. La charla con Larisa solo me había provocado rabia, aunque muy en el fondo también sentí temor. Temor porque soy una bruja, porque en términos de raza y ante los ojos del consejo tal vez tengo desventaja.
Todos estaban vueltos locos en la casa, los preparativos siempre eran pesados pero justo hoy lo eran más. Las ordenes de Larisa habían sido claras, los adornos debían ser tal y como ella dijo, la comida igual y ni hablar del lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia. Derek se había mantenido al margen, se limitaba a hablar con ella más que lo necesario.
Cuando entro a la cocina Sarah está a un momento de reventar, da órdenes a chicas sobre recetas y revisa el reloj en pared para medir el tiempo de algo que tiene en el horno. Cuando me mira agacha la mirada.
—Mi Luna...—tomó mi mano triste—, me siento desleal al cocinar pasteles de luna para alguien más.
Le sonrío enternecida — ¿Desleal? —Niego con la cabeza— Sigue las órdenes que ella dio, deja que los demás disfruten de tus deliciosas preparaciones.
— ¿Luchara por su puesto? —preguntó con un atisbo de esperanza, solo tres personas sabían lo que ocurriría más tarde.
Rubí, Isaac y Derek. Así lo habíamos decidido.
—Ay Sarah, me marchare en un rato... —no era una mentira, tenía que estar lista para más tarde—, ella dijo que no debía estar en la ceremonia.
Ella me miró preocupada —Luna, no le jurare lealtad a nadie más. Ninguna de nosotras lo hará. —la chicas a su alrededor asintieron.
Sonreí para mis adentros —Que asistan no significa que le juren lealtad, deben ir. Además...—miro el reloj en la pared— ya casi es hora de que vayan a su habitación a ayudarla a arreglarse ¿No es así? —todas voltearon y echaron un grito al cielo al ver la hora, la mitad de ellas desapareció escaleras arriba y la otra permaneció con Sarah. Suspiro al poco rato— Debo marcharme ya —sentencio.
Todas se detienen y voltean a verme tristes —Luna...
—Volveré, es una promesa —las miro a todas—. Si ustedes me siguen queriendo como una Luna, incluso si no lo hacen —reitero—, yo cuidare de ustedes. Porque ustedes son mi familia y jamás podría abandonar a mi familia, así que nada de caras tristes ¿Oyeron?
Les abro los brazos como una invitación a un gran abrazo, todas se acercaron y recibí un cálido abrazo antes de marcharme.
—Christal —nos separamos y veo a Rubí entrar a la cocina—, Vlad está aquí.
Asiento y me despido de todas, cuando salgo de la cocina ella me da un cofre — ¿Qué es esto...?
—Son las piedras que Sarah te coloco el día de la ceremonia, me niego a que las use ella...
La miro incrédula, esta cruzada de brazos seguramente imaginado a Larisa con ellas por el ceño tan fruncido que puso.
Vlad llegó con mi capa escarlata y vestido en manos —Andando preciosa.
Asiento y nos ponemos en marcha, no sin antes pasar por B. Había decidido que me prepararía en un lugar cerca de la manada, uno en el que sabía tenia puertas abiertas. Ahora mismo estábamos frente a la puerta.
—Anda toca el timbre, antes de que Chant o Lisa vean que estamos aquí —apresuro a Vlad.
—Te recuerdo que soy quien carga tu ropa, ropa que según Rubí es muy delicada. Estabas ahí cuando me amenazo si se le caía un solo cristal —rezongó pero aun así obedeció