—...Y eso fue lo que le dije —bebí un sorbo de café, Chant dejo caer la taza en la mesa.
—Me da mucho gusto —alargó la O—, lo tiene todo bien merecido por imbécil. En verdad, debiste haber oído como le habló a Lisa —se cruzó de brazos y Lisa negó con la cabeza.
—Que desfachatez la tuya de juzgar, cuando tu temperamento es incluso peor —las mejillas de Chant se tiñeron de rojo y mostró un gesto indignado—. Aunque si, el día que fuimos a la manada el estaba hecho un desastre, nos llamó Isaac porque el gran árbol había perdido sus hojas y temían que algo que hubiera ocurrido contigo. Estaba fuera de si...
—Estaba herido —aclaré y Lisa asintió.
—Herido, no herido que importa se comportó como un grosero gritando absurdeces —el aporte de Chant hizo que Lisa la viera mal.
—Chant tiene razón —me encogí de hombros—, el faltó al lazo, yo lo destruí y también falte, pero... —levanté mi dedo índice— cuando yo lo hice ya no había lazo...según yo.
Lisa levantó la ceja —¿Te acostaste con Vlad? —la emoción en la voz de Chant era evidente.
—¿Hicieron una pijamada? —las tres giramos la cabeza hacia la sala donde Owen le colocaba una corona a B, tenía a la serpiente familiar de Chant como collar y la pequeña ave de Lisa en su cabeza.
—No sé porque trajiste al chamaco ese —Chanto lo señaló con el pulgar sin voltearlo a ver.
—¡Chant! —Lisa le habló en tono de reprimenda— Puede oírte...
—Puedo oírla —afirmó Owen.
Lisa se puso de pie y le ofreció una rebanada mas de pastel que Owen no pudo rechazar.
—Ahora me acompaña a todos lados —explique—, es un buen niño.
—El tío Isaac dijo que debía cuidar a la Luna —sus palabras me robaron el corazón, le sonreí y le lancé un beso.
Lisa le apretó un cachete mientras le decía que eso era muy valiente de su parte antes de volver a la mesa con nosotras para charlar hasta tarde. Había sido una gran idea venir su compañía siempre me traía alivio. Nuestra reunión acabo con el primer bostezo de Owen había quedado exhausto por jugar tanto, aunque él no era el único B le acompaño en el bostezo.
—Adiós Owen —Lisa se despidió efusiva, envolviéndolo en un super abrazo como lo llamó ella mientras que Chant tan linda con los niños dijo:
—No vuelvas niño —mientras agitaba la mano despidiéndolo.
Owen rio —Ella es muy chistosa —me dijo bajito—, me cae bien. Ambas —reiteró.
—A mí también —respondí con una sonrisa, me dio la mano y por fin emprendimos camino a casa.
Durante el camino al lago Owen me bombardeó con preguntas y me envolvió en una charla donde su curiosidad brotaba a borbotones y por alguna razón confiaba en que yo podría resolver todas y cada una de sus dudas.
—¿Por qué la Luna nos sigue? —preguntó mientras miraba al cielo sin prestar cuidado al camino.
Sonreí nostálgica al recordar en como yo misma me cuestionaba eso al ser igual de pequeña que él. Así que respondí como a mí me hubiera gustado que alguien respondiera.
—La Luna nos sigue porque siempre quiere asegurarse de que estemos protegidos bajo su luz plateada. Es como nuestra guardiana nocturna, velando por nosotros mientras dormimos y guiándonos en nuestros sueños más profundos.