Hank ha muerto. La desafortunada noticia no tardo nada en llegar a los oídos de la manada central pues su cuerpo junto al de la que se creía era su compañera habían sido encontrados apenas a un par de horas de la manada. Había signos de magia en su cuerpo, no cabía la posibilidad de un ataque de un clan enemigo, no cuando su muerte gritaba un nombre. Alice Kyteler. El problema era que había signos de garras en su cuerpo, no hechas de manera salvaje sino más bien, estratégica. Alarik. Todo apuntaba a ese par ¿Era esta una declaración de que habían vuelto?
Era su manera de advertir a la manada de sus alcances, seguramente. Para mi sorpresa cuando fuimos llamadas Rubí y yo para reconocer el cuerpo, no derrame una sola lágrima, claro que dolió y mucho. Pero debo confesar que el que me ocultara información de mi madre no lo olvidaría jamás, sea lo que sea que lo haya hecho optar por dejarme una carta en lugar de comunicarse conmigo no tendría justificación de mi parte, además de que sentía que sabía más cosas de las que estaban escritas en esa carta. Algo en mi culpaba a su compañera y lo excusaba con su raro comportamiento el día que nos la presento, el como ella con un par de palabras tuvo poder sobre él. Haya sido eso o no, no podía saberlo o asegurarlo pues ambos habían dejado esta vida con una muerte lastimosamente brutal.
Ambos fueron sepultados, pocos asistieron y durante la ceremonia Rubí tenía la mirada triste pero no lloraba. Todas sus lágrimas las derramo cuando lo vio. Ambas vinimos por Hank, desconocíamos si la chica tenía una familia pero deseábamos que sus almas encontraran la luz y pudieran volver a vivir una nueva vida. Una que ojala acabe de manera más afortunada que esta.
El consejo se había marchado después del festival, Larisa no había regresado y eso ponía a muchos de buen humor. Tenía presente su mirada de odio puro hacia mí, no tenía claro si yo había sido el detonante para envenenar su alma pero lo que si sabía es que pura no era. Sus actos hablaban por ella y había maldad en sus acciones.
—Luna, el consejo ha llegado... —levante la mirada, Jack uno de los guardias había irrumpido en la oficina del edificio líder.
Derek no estaba, había tenido que ir a una misión a la manada del Sur, asuntos diplomáticos los llamo él. Cosas sin mucha relevancia según sus palabras.
Suspire y me puse de pie, cuando estuve afuera del edificio líder vi tres camionetas negras llegar una tras otra. De la de en medio bajo Larisa, renovada y como si nada hubiera ocurrido. Aliso su ropa con sus manos y dirigió una de ellas al dije que colgaba de su cuello. Un zafiro. Símbolo del consejo según oí, nefasto degradar una piedra con tan bello significado para usarla para simbolizar tan mediocre institución.
Avanzo segura y tras ella bajo un miembro del consejo, uno que jamás olvidaría. Cuando su mirada se topó con la mia, sus ojos brillaron en un ominoso intento de intimidación. Traía un papel en sus manos, sabia de que se trataba pero una parte de mí se negó a aceptarlo.
Se plantó frente a mí y rompió el papel en dos en mi cara — De manera oficial usted no es más la Luna de esta manada —una furia ardió dentro de mí—, el Consejo eligió una Luna para el Alfa Haugen, alguien capaz y con una gran fortaleza. Alguien de nuestra raza —tense la mandíbula—, y si usted no acepta el poder de quien rige la raza a la que dice proteger —acerco su rostro al mío— debo manifestarle que entonces su juramento ha sido en vano.
—Me temo que Derek no está, si quieren venir aquí y dejar a su...egresada de ese programa nefasto suyo, deben esperar a que el regrese. No sé si tenga la autoridad ahora mismo para recibir un producto para el Alfa ¿Por qué eso eres para ellos no es así? —solté con veneno.
—Su altanería no tiene límites —manifestó el—, el programa solo garantiza compañeras competentes para un Alfa. Así que este él o no, la Srita. Dubois se quedara aquí porque así lo dicta el Consejo y tomo el atrevimiento de decirle que usted no tiene si quiera el poder para dirigirse a nosotros.