Derek
La luna llena iluminaba el claro del bosque mientras me encontraba recargado sobre un áspero tronco, sintiendo el peso de mis impulsivas decisiones.
—¿Todo bien? —Isaac llegó a mi lado con una botella de agua en la mano que me tendió con una expresión en la cara que denotaba curiosidad.
Asentí —Tardaste mucho en alcanzarme —me burlé.
—Estoy en la media de un Beta, incluso un poco mas arriba —agregó—. Además, eres un Alfa, es normal que tengas un poco de ventaja.
—Como digas...
Vi algo entre los árboles, entrecerré los ojos para enfocar la vista.
—Veamos quien es el ultimo en llegar a casa, si yo gano harás que Tyler se encargue de mis deberes —no pude prestarle mucha atención o si quiera responder cuando él había salido disparado de ahí.
En cambio, mi atención la tenía aquello que se ocultaba en la profundidad del bosque. Corrí hacia allí, mientras aquello se adentraba más y más. Confundía mi mente cuando creía verlo ir hacia la izquierda en realidad estaba a la derecha y viceversa su intención era alejarme del centro de la manada, lo tenia claro pero lo que no tenia claro era el porque me despertaba tanta curiosidad.
Entonces la vi, una capa escarlata. Mi corazón se aceleró, era ella. Estaba seguro, había regresado.
Fui tras ella, ansiaba el roce de su piel. Una mirada suya, ver su rostro y esa sonrisa que cautivaba mi corazón. Se detuvo en seco, y yo igual. Permanecí a una distancia prudente de ella y con cautela di varios pasos en su dirección.
Estaba dándome la espalda, trague grueso antes de avanzar y cuando estuve a un paso de ella con osadía levante el brazo y toque la capa. Me quede helado cuando el viento pasó y la capa escarlata fue llevada por este mismo.
Un extraño silencio se formó en el ambiente, un escalofrío me recorrió el cuerpo y cuando alguien habló tras de mi el alma me abandonó el cuerpo.
—¿Cómo has podido faltar al lazo que te unía a Christal? —me giré lentamente, en otras circunstancias habría sido un honor estar ante mi Diosa, pero tomando en cuenta sus primeras palabras me sentí abrumado por su presencia divina y por el remordimiento que me carcomía entero.
—Lo siento, Diosa Luna. Fui preso de mi impulso.
Ella no mostró clemencia, su mirada era intensa y llena de reproche.
—¡Has desafiado la esencia misma de tu ser y has faltado al lazo que te unía a Christal! Tu traición ha alterado y ha roto el vínculo sagrado entre tu alma y tu esencia salvaje.
Me sentí abatido por sus palabras, pero también sabía que tenía que enfrentar las consecuencias de mis acciones.
—Lo sé, Diosa Luna, pero... Larisa y yo...
La Diosa Luna me interrumpió con un gesto enérgico de su mano.
—Larisa no es la compañera que necesitas. Te ha enredado en una telaraña de manipulación y mentiras. Ha corrompido tu esencia salvaje y ha oscurecido la luz que alguna vez brilló en ti.
Sus palabras me hicieron pensar sobre la influencia negativa que Larisa tenía en mi vida. Pero también me llenaron de confusión y conflicto.
—No es tan malo como parece. Ella me apoya. Christal me abandonó, ella se fue y lo sabes.
La Diosa Luna suspiró, y vi en sus ojos una mezcla de ira y desaprobación.
—Ese consuelo es efímero y te está alejando de tu verdadero ser. Hay una manada entera en tus manos, un peso sobre tus hombros y una responsabilidad que yo he depositado en ti. Christal se fue y rompió el lazo sagrado que ustedes compartían —mi semblante cambio a uno tristeza, pero al instante fruncí el ceño.