Desperté en medio de la noche, con el recuerdo de un sueño vívido y poderoso que aún se aferraba a mi mente. En ese sueño, era transportada a un lugar hermoso y místico, rodeado de un lago sereno y un templo majestuoso.
Me sentí intrigada y llena de esperanza, ya que, en ese sueño, Diosa Luna misma se me presentó. Pude sentir su presencia en el aire, envolviéndome con su energía celestial.
Me levanté con cuidado y me dirigí hacia la puerta con cuidado de no despertar a B. El cielo estaba iluminado por la luz plateada de la luna.
Decidí seguir el llamado de mi sueño y buscar respuestas en el lugar que me fue revelado. Salí sigilosamente del palacio y me adentré en el bosque que se encontraba más allá del jardín, guiada por la intuición que guardaba en mi interior.
Caminando en silencio, me sumergí en la serenidad del espeso bosque. Cada paso me acercaba más a mi destino, al encuentro con ella, quien era la dueña de las respuestas que tanto anhelaba.
Finalmente, llegué al lago que había visto en mi sueño. No era ni remotamente similar, pero algo en mi interior confiaba plenamente en que me encontraba en el lugar correcto. Me acerqué a la orilla y me coloqué de rodillas, vi mi reflejo en la superficie y con la yema de mi dedo toqué esta misma provocando ondas que distorsionaban la imagen.
Mi corazón comenzaba a acelerarse, sentía una energía vibrante que me envolvía. Mas ondas llenaron la superficie. Entonces, una figura etérea se materializó frente a mí. Era ella.
Lleve la mirada al suelo al instante, sintiéndome indigna de estar en su presencia.
—Bienvenida, mi niña. He estado esperando tu llegada. Has mostrado valentía al desafiar a una deidad, y sé que ahora buscas recuperar lo que has perdido.
Fruncí las cejas y cerré los ojos; avergonzada de mis actos. Agache la cabeza.
—Mi Diosa, estoy aquí en busca de tu perdón. Sé que mis acciones no fueron las correctas.
Me atreví a levantar la vista, la piel se me erizo al ver su apariencia celestial y radiante. Su belleza era etérea y enigmática, reflejaban la luminosidad y el misterio de la bella Luna.
Su cabello era largo y sedoso, fluyendo en suaves ondas alrededor de su figura. Color plateado que te hacían recordar a los rayos de la luna llena, adornado con joyas que resplandecían de manera irreal.
Su rostro lucía suave y sereno, con rasgos finos y delicados. Sus ojos, profundos y luminosos, reflejaban la sabiduría y el poder del que era dueña. De un suave tono azul que reflejaban una profunda calma.
Hubo un pequeño silencio en el que no pude contener mi frustración y mi dolor. Presa de mi osadía revele mis profundos pensamientos,
—Diosa Luna, escucha mis palabras. Me duele profundamente haber perdido mi magia al igual que haber roto el lazo que compartía con Derek. De la misma forma en que los hombres lobo son hijos tuyos y encuentran su fuerza en tu luz, las brujas también te honramos y buscamos tu guía en nuestras vidas. Es injusto que se nos impongan castigos tan severos por desafiar tus designios...
Mi voz resonó en el aire, cargada de frustración y tristeza. Sentí un nudo en mi garganta mientras miraba a la Diosa Luna, esperando una respuesta a mis palabras.
La Diosa Luna levantó la palma de su mano y no hizo falta más para que yo guardara silencio.
—Querida Christal, entiendo tus sentimientos y lamento profundamente el dolor que has experimentado. Como hija mía, tienes una conexión especial con mi energía y mi poder. Sin embargo, debes comprender que la magia y los lazos están entrelazados con el equilibrio divino y las leyes universales. Cuando se desafían, se deben enfrentar las consecuencias.