—Esto era justo lo que necesitaba... —murmuró la Sra. Dragan, sus ojos estaban cerrados y tenía la cabeza recargada en el mármol de la ostentosa bañera.
La bañera emanaba vapor por su temperatura, Rubí susurraba con las manos dentro del agua y yo recorría con mis manos envueltas en un aceite esencial la helada piel de la vampiresa. Su piel era blanca y tersa. Si había algo que caracterizaba a la Sra. Dragan era el porte que poseía y la elegancia con la que andaba. Su cabello azabache y esos mortales ojos carmesí eran algo que nadie podía resistir. Mil amoríos había en su historial cada uno con más poder adquisitivo que el anterior, un privilegio mortal del que muchos sabían y del que selectos disfrutaban.
El silencio duró menos de lo que deseaba, pero más de lo que esperaba — Entonces Rubí... —ella volteó a verme antes de dirigirse a la Sra. Dragan y con la mirada le exprese que no tenía ni idea de que diría.
—Dígame...—soltó con cautela temerosa de sus palabras.
—¿Sales con un lobo? —la pregunta nos había desconcertado a ambas.
—Ahh...Si. ¿por...?
Ella hizo un sonido de negación y luego suspiro —¿Es amor lo que hay en tu corazón?
La ambigüedad de su pregunta dejo sin palabras a Rubí, su respuesta fue un silencio que denotaba que había una horda de pensamientos en su cabeza.
—Ehh...
—No hace falta que respondas mi niña, pero quería decir a ambas —aclaró— que no ofrezcan más de lo que se les pueda ser recompensado, conozcan su valor. Huyan de donde no se les dé su lugar —miré hacia abajo—, y si alguna pobre alma se atreve a creer ser más astuto que ustedes entonces expriman hasta la última gota de su arrogancia, y déjenlo en la miseria. Porque en un mundo de hombres que creen tener poder no hay nada mejor que una mujer que les demuestre lo contrario.
Soltó una risita — Sean un privilegio, elijan y no sean elegidas. Véanme a mi ¿Creen que construí esto a base de amor? El amor no sirve, no para nosotras...es una creación de humanos para vivir una vida menos sosa que finalmente terminó siendo una perdición para ellos también...
—¿Qué me dice del Sr. Dragan?
Ella sonrió ladina — Dije que el amor no servía...no que jamás lo hubiera sentido. Al final del día trae tristeza y amargura...
Ella tiene razón.
Se puso de pie con gracia, el agua destilando de su cuerpo haciendo relucir su desnudez impoluta. No había un solo defecto en ella, podría ser fácilmente una definición de perfección. Una chica de servicio entró por la puerta con una bata que probablemente era más costosa que mi casa en Novemville.
Rubí salió apenas tuvo oportunidad y yo seguí a la Sra. Dragan hasta su habitación. Miré a través de su gran ventanal el cielo que ahora empezaba a oscurecerse, giré el rostro y la miré. Sus ojos carmesíes me miraban con un brillo y una espléndida sonrisa se alzaba en su rostro.
No me atreví a decir algo, pero no hizo falta porque ella habló — Sé que dije elige y no se elegida, pero...—tomó mis manos entre las suyas— ¿Considerarías elegir a mi Vlad?
—¿Cómo? —pregunté incrédula.
—Él te ama...
Miré hacia abajo con un cierto sin sabor en la boca, porque yo sabía que lo hacía —Yo...
Ella puso la palma de su mano frente a mi —Querida sé que te lo he pedido muchas veces, pero es que estoy convencida de que tú eres lo mejor para él. Soy una egoísta al pedir que lo elijas y mi soberbia es grande para ir en contra de ese lazo que sé que posees...