Capítulo 24

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La Luna usurpadora

Larisa

Suspiré y reprobé con la mirada a quien tenia en frente —¿Eso es todo? —aventé los papeles sobre el escritorio, el guardia del Consejo asintió— Sin rastros. Ja. Menuda rata —acomodé los anteojos que traía puestos—. En estos dos meses ni un solo rastro, no cesen con la búsqueda esa bruja tiene que caer. Tarde o temprano las ratas salen de la alcantarilla y cuando lo haga —hice un ademan con la mano—, el Consejo la sentenciara a muerte por un delito mayor.

¿Quién lo diría? La bruja resulto ser muy buena huyendo, tanto que le adjudican y tan poco que demuestra.

—Así es mi Luna, hay guardias del Consejo yendo tras pistas que nos den con su paradero. La mantendré al tanto de todo lo que ocurra —asentí.

—Puedes irte —le señale la puerta y el movió la cabeza.

Cuando salió me puse de pie y vi a través del ventanal de la oficina principal, tenia que admitir que el ambiente era distinto, pero no importaba al fin y al cabo no había opción. La gente no tenía opción, no cuando tenia al Consejo de mi lado.

La puerta se abrió tras de mi no tuve que darme la vuelta para saber de quien se trataba.

—He sido claro al decirte que no quiero tu maldito desastre en la oficina —rodé los ojos.

—Buenos días —salude irónica—, el día es demasiado bonito como para que estés con ese humor tan...

—Me amargas la existencia Larisa —respondió borde haciéndome guardar silencio, una gran sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Temo que tu amargura sea eterna Derek —lo llamé por su nombre apropósito—, no hay autoridad que pueda quitarme el puesto mas que la misma que me lo dio. Así que tienes dos opciones: callar y aguantar o...—lo pensé un poco—, oh espera esa es tu única opción.

Se dejo caer en la silla, era cosa de todos los días. Acabaría cediendo estaba segura de ello. Todo era más sencillo cuando había té de por medio, eso era seguro. Comencé a en listar las tareas del día, organizamos las misiones y firmó los documentos que se tenían pendientes.

Me entristecía que nuestra relación se desenvolviera de esta manera. No podía evitar no sentir atracción por él, era un Alfa y parte de serlo era esa belleza sobre humana que poseían.

Era cosa de lobos, había que serlo para atraer presas. Pronto lograría doblegarlo ante mí, así como lo hizo la bruja con su magia, lo haría yo, pero con gracia e inteligencia. Al fin y al cabo, mi destino era ser amada por un Alfa.

Lo miré disimuladamente, y no pude evitar sonrojarme al imaginar escenarios impúdicos. Crucé mis piernas y mordí mi labio, ya no era una fantasía para mí era una necesidad. Eso era lo normal entre Alfas y Lunas.

Jugueteé en mi puesto y abrí la boca para decir algo ¿A caso se lo pediría? Era su responsabilidad satisfacer a su Luna ¿No?

Alguien entro a la oficina sin tocar, cerré la boca de inmediato.

—Alfa, hay problemas en las fronteras —era la Omega con grandes aspiraciones ¿Taina? ¿Rania?, la mire con desdén—. Es necesario su presciencia porque tanto como el Delta Tyler y el Beta Isaac se encuentran en misiones ahora mismo, por lo que no me considero con el rango suficiente como para...

—Hazte cargo Aina —dijo, con un semblante totalmente diferente al que usa para dirigirse a mi—, tengo una montaña de pendientes. Confió en tu criterio. Eres líder de la guardia en la ausencia de Tyler, lo sabes...

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