Había estado preocupada desde que Aina había sido herida por el novato durante el entrenamiento. A pesar de los intentos de Tyler de tranquilizarme e insistirme por ayudarlo con los entrenamientos para suplirla, sentía la necesidad de comprobar por mí misma su estado.
Al llegar a la puerta principal, toqué suavemente y fui recibida por Luciana, la madre de Aina.
—Buen día, ¿Cómo está Aina? —pregunté ansiosa, apenas cruzando el umbral.
Luciana me dio una pequeña sonrisa tranquilizadora —Buen día Luna, Está descansando ahora mismo, pero se recuperará. No debe preocuparse.
—Lamento no haber estado más al pendiente —dije sinceramente, sintiendo la necesidad de disculparme.
—¡Ay., no! ¿Como se le ocurre? No hay razón para pedir perdón —respondió de inmediato, mientras me guiaba escaleras arriba hacia la habitación de Aina —Los novatos son impredecibles, en verdad no hay a quien culpar.
Al llegar a la puerta de la habitación de Aina, Luciana me indicó que entrara. Aina yacía tranquila en la cama, con los ojos cerrados y una expresión serena en el rostro. Me acerqué con cautela.
—Aina —murmuré suavemente, colocando una mano sobre la suya. Sus ojos se abrieron lentamente, revelando una mirada adormilada.
—Mi Luna...— susurró entre bostezos— ¿Qué hace aquí? —se talló los ojos con el dorso de su mano— Le dije a mi madre que le dijera que estaba bien.
Luciana asomó la cabeza —Eso mismo hice, pero no puedo decir que no a nuestra Luna.
Apreté su mano con ternura —Si lo dijo —acepté— aun así, vine a ver como seguías. Aunque a decir verdad debería haber estado más atenta a los entrenamientos, especialmente al de los novatos.
Ella sacudió la cabeza en un gesto de total negación —No tiene por qué. Todo fue un accidente, y estoy segura de que el novato no tenía intención de lastimarme. Además, la que debería estar más atenta soy yo, era la líder de la guardia en ese momento.
Intente replicar, pero ella me interrumpió —Luna, si intenta disculparse va a ofenderme —achico los ojos.
Suspiré resignada —Bien, me atrapaste. Descansa. Te necesitaremos en plena forma pronto.
Con una sonrisa, me despedí de ella y salí de la habitación. Al bajar las escaleras, un repentino estruendo resonó desde la columna cercana. Un cuadro se estrelló contra el suelo, revelando grietas en la pared.
Luciana apareció rápidamente desde la cocina, con el ceño fruncido de preocupación.
—¿Qué fue eso?
Me agache a levantar los vidrios —Se cayó uno de los cuadros de la pared...—levante la mirada— ¿Desde cuándo esta eso ahí?
Ella suspiró —Bueno...ya tiene tiempo. Suelo ser muy despistada, siempre digo que llamaré para que lo reparen y nunca lo hago —negó con la cabeza sonriendo—, la verdad es que soy todo un caso.
Fruncí el ceño y pase mis dedos por las grietas — Parece que le diste un martillazo.
La seguí para tirar el cristal a la basura, ella rio por mi comparación y continuo con su tarea de picar algunos vegetales —¿Un martillazo? No Luna, fue un super trancazo. Cuando usted estaba perdida vino aquí un...—miró hacia los lados— uno de esos...amantes de la sangre
—¿Amante de la sangre? —lo pensé unos segundos y luego entendí— ¿Por qué Vlad estuvo aquí?
—Estaba furioso con el Alfa, apenas lo vio —movió el cuchillo en sus manos haciendo ademanes— zas se lanzó contra él. Le dio un buen empujón mientras le gritaba unas cosas que ni se imagina ¿Y sabe que es lo peor?