Christal
Había elegido el peor momento para bañar a B, o más bien, para regresar a casa. Tenía claro que Larisa tomaba cualquier mínima cosa para sentirse superior y su vestimenta impoluta junto a la mia hecha un desastre fue solo una prueba más. Giré hacia la izquierda B, movió la cola al verme y recargó sus dos patas sobre mi pecho. Justo en ese momento Aina llegó corriendo hacia mí, su respiración agitada indicando que había venido corriendo.
—Larisa ya cruzó el arco de piedra —dijo con la voz jadeante, B repitió su accion con ella casi derribándola.
Asentí, sabiendo que eso significaba que ya era hora de prepararme. Pocos minutos después, Lily llegó junto a varias mujeres del servicio, listas para ayudarme a prepararme para la reunión de Alfas. Nos pusimos en marcha hacia mi habitación, donde empezaron a trabajar.
En su última visita Grayson había venido para traer las invitaciones oficiales de la dichosa reunión. Recuerdo cómo había insistido en entregarme personalmente la mía. La tarjeta era elegante, con un grabado dorado que destacaba mi nombre bajo el título de "invitada de honor". El sello dorado relucía, un símbolo de reconocimiento y respeto que no podía ser ignorado.
Mientras las mujeres del servicio trabajaban con esmero para prepararme, una de ellas, Miriam, entró apresuradamente en la habitación con una gran caja en sus manos.
—El Sr. Grayson también dejó esto en su última visita —anunció, colocándola con cuidado sobre la cama.
La caja era elegante, envuelta en papel dorado con un lazo negro que destilaba sofisticación. Mi curiosidad se encendió y, con dedos ágiles, desaté el lazo y abrí la caja. Dentro, encontré un vestido dorado que me dejó sin aliento.
El vestido era majestuoso y resplandeciente, confeccionado con una tela de alta costura que brillaba con cada movimiento. Era largo y fluido, con una falda que se extendía en suaves pliegues hasta el suelo, creando una silueta etérea y elegante. El corpiño estaba adornado con intrincados bordados y pequeñas piedras preciosas que captaban la luz de manera hipnótica. Los detalles eran meticulosos, mostrando un nivel de artesanía impresionante.
Además del vestido, había lo que parecía ser una capa que lo acompañaba, diseñada para cubrir los hombros y caer grácilmente por la espalda. Era del mismo tono dorado, con un forro interior de un suave satén que añadía una capa adicional de lujo.
—Es... hermoso —murmuré, tocando la tela con asombro.
Miriam también sacó un collar de la caja, un deslumbrante zafiro enmarcado en una filigrana de oro, que parecía brillar con una luz propia. Era una joya impresionante, destinada a ser el centro de atención.
—¿Le gustaría probárselo? —preguntó Lily, con una sonrisa de admiración en su rostro.
Asentí y comenzaron a ayudarme a colocarme el vestido. Al mirarme en el espejo, me di cuenta de que la espalda estaba completamente descubierta, lo que me hizo fruncir el ceño.
—¿Podríamos hacer una modificación? —pregunté, tocando la ausente tela de la espalda.
Las mujeres asintieron y comenzaron a trabajar en la modificación, añadiendo el símbolo del Consejo en la espalda del vestido. Era una adición discreta pero poderosa y simbólica. Claro que no iba llevar el símbolo del Consejo con orgullo en el pecho, si había un lugar para ellos, seria siempre detrás de mí.
Finalmente, con el vestido ajustado, me miré en el espejo. El reflejo mostraba a una mujer que no solo era hermosa, sino también fuerte y decidida. La capa dorada se asentaba perfectamente sobre mis hombros, pero dejaba ver perfectamente mi piel desnuda adornada por el zafiro, junto a otros delicados adornos, añadiendo una capa de elegancia y misticismo a mi apariencia.