Capítulo 12

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            —Isaac ¿Cuándo será el siguiente festival? —había llegado a casa con el humor por los suelos, tenía que pensar en cómo es que me presentaría ante la manada.

Tenía un tablero en sus manos —Muy pronto mi Luna, ¿Por...? —Rubí me vio y achico los ojos.

—Planeas hacerlo ahí ¿No es así? —Sonreí, me conocía bien. Mi gesto la hizo pegar un grito— Quiero ver el rostro de todos, debemos invitar a nuestras hermanas, a las otras manadas, al consejo...

Asentí —Larisa aún cree que será su primera presentación oficial —Comentó Isaac—, deberíamos decirle que...

—No —Rubí y yo nos miramos cómplices.

Charlamos un largo rato acerca de los preparativos, el tema le había emocionado a Rubí tanto que desde ya comenzó a buscar en que es lo que usaría en ese día, a ella siempre le comía la cabeza el tema de la ropa pese a que se ve bien con todo desde mi perspectiva, siempre necesita planear lo que usara con mucha antelación. Era una bruja muy linda a los ojos de los demás, quien la conoce la ama y desearía que se viera con esos ojos y no con los suyos que la hacen sentir que no es suficiente.

Isaac y ella se quedaron planeando todo acerca del festival, que será dentro de muy poco.

Revise mi teléfono, tenía unos mensajes de Vlad. Eran acerca de mis sospechas de Larisa, el día que salí de la manada con él, se basó prácticamente en yo desahogándome de todo y todos. Le conté desde mi abuela hasta mis sospechas. Incluso él dijo que Derek estaba muy sospechoso y que Larisa no le daba buena espina, respondí su mensaje con:

Teníamos razón

Y fue todo. Quería a Vlad, lo quería mucho pero ya no me veía amándolo de nuevo, al menos no en esta vida. Él era lo que la Christal del pasado deseaba, pero ella se esfumo cuando llego Derek. Cuando revoluciono mi mundo y me enseño el suyo, cuando me hizo conocer gente y amarla como mi familia. No era un secreto, incluso Vlad lo sabía y me gustaba la madurez de ambos para convivir tan armoniosamente a pesar de haber tenido lo nuestro en el pasado y claro, no era para menos porque no éramos ningunos críos. Bastantes años nos pisaban los talones.

Inhale y exhale cuando estuve frente a la puerta del despacho de Derek, no voy a negar que el corazón se me quería salir del pecho. Tome el frasco en mis manos, no pasaba de los diez mililitros era lo suficiente para desintoxicarlo. Porque si, estaba intoxicado, él te que Larisa le preparaba contenía cantidades desmedidas que podían llegar a producir daños irreversibles.

Es fácil caer ante la magia, sucumbir ante algo que te hace sentir con poder sobre alguien más, pobre loba supongo que vio la oportunidad y la tomo. No era para menos con tremenda crianza más nefasta. Conté hasta tres antes de abrir la puerta, por su puesto sin tocarla.

Levanto la mirada del papel que había en sus manos ¿Cómo no me di cuenta antes de su estado tan terrible? Había sudor en su frente, su mirada estaba ida y vacía. Pobre lobo idiota.

—¿Qué haces aquí? —esas fueron sus primeras palabras desde que llegue, menudo poema me había recitado.

Avance y rodee el escritorio —Cállate, lobo idiota —me miro perplejo—. Solo tú bebes de lo que te prepara esa...—pensé un poco el insulto que soltaría y luego mi subconsciente me reprendió diciendo: ¿Hace falta insultarla? — esa... mujer de dudosa confianza. —renegué, si hace mucha falta pero no se me ocurrió nada y eso me dio más coraje.

Lo tome de las mejillas provocando que su boca se abriera e introduje el antídoto, tome su cesto de basura y lo coloque en sus manos.

No lo solté y lo obligue a verme a los ojos —A la próxima usa tu maldito olfato y pon atención a lo que te bebes —lo regañe, tenía rabia. Me siguió atento con la mirada y cuando abrió su boca para hablar todo se le regreso. Abrazo el cesto en sus manos y comenzó a devolver todo.

Él es mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora