Caí de rodillas apenas atravesé el portal, Rubí lo supo de inmediato. Mi corazón estaba roto. Me deshice en lágrimas, que tortuosamente corrían una tras otra por mis mejillas. Mis hermanas voltearon en mi dirección, quise silenciar mis sollozos e ignorar el dolor, pero cuando me vi envuelta en un cálido abrazo...
Ese fue mi punto de quiebre.
Desconocía el tiempo exacto que dure en esa misma posición, pero sabia con certeza que había sido mucho y a pesar de eso ninguna de mis hermanas se separó de mí.
—Aunque todos te den la espalda nosotras siempre estaremos aquí para ti —no podía imaginar el aspecto de mi rostro, aunque podía intuir lo desastroso que lucía, pero la mirada que Rubí me dio...ese brillo en sus ojos me hizo sentir que todo iba estar bien. Acomodó el cabello detrás de mi oreja y dejó un cálido beso en mi frente.
Esa noche fue larga y caótica, como si de un llamado se tratase muchas de mis hermanas vinieron a mi encuentro. Una de las primeras en llegar fue Asena. Tengo presente el verla llegar con una cara de preocupación total.
—¿Dónde está ella? —escuche su voz desde donde estaba sentada, cuando asomo la cabeza al comedor su expresión se relajó. Traía un enorme abrigo que me hizo recordar a los que usaba Cora. Tomó asiento junto a mí.
—¿Estas bien? —fue su primera pregunta.
Mi mirada estaba clavada en la taza que tenía en las manos —No...—me sincere.
—El Consejo va tras de ti —suspire, pero sus palabras no me tomaron por sorpresa.
—Lo sé, no esperaba menos de ellos.
Recosté la cabeza en la pared, todo era un desastre ahora mismo y el tamaño del lio en el que estaba metida ahora era descomunal.
—Tampoco esperes menos de nosotras...
Me incorpore al escuchar una tercera voz, Chant estaba recargada en una columna. Sonreí de boca cerrada.
—¿Qué es lo que haremos? —suspire antes de responder a Rubí.
—Descansar —terminé de beber lo que tenía en las manos, vi a B dormir plácidamente en el sofá de mi antigua casa.
Todas me miran desconcertadas, no era para menos con mi respuesta y la evidente situación actual. Rubí acercó una silla para sentarse frente a mí.
—¿Qué?
—Alejarme por ahora es lo ideal, si el Consejo quiere ir tras de mí son libres de hacerlo, dudo que me encuentren.
—¿A dónde iremos?
—A donde sea siempre y cuando permanezca lejos de todo esto —hago una seña con la mano intentando expresarme, solo respiro hondo y continuo—, necesito descansar porque en verdad siento que nada de lo que ha ocurrido ha sido justo para mi...
Lisa se coloca a mi lado y posa su mano sobre hombro —Así que les pido no revelen nuestro paradero...
El timbre suena, Chant es quien abre la puerta y escucho como saluda a alguien familiar.
—Un placer verlas reunidas bellas brujas ¿a qué alma inocente condenaran en esta noche de...? —Vlad entra con una sonrisa que se borra cuando me ve, se acerca a mí al instante y toma mis manos entre las suyas —¿Qué ocurrió?
Sus ojos emanan sincera preocupación —Necesito tu ayuda...
El asiente sin dudarlo, sin tener una pizca de conocimiento de lo que necesito —Siempre para servir a la dama del Caos —me es inevitable sonreír levemente y Chant le da una leve palmada en la cabeza.