Capítulo 8

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            Me cuesta procesar todo, me cuesta asimilar que ya estoy en casa, que estoy con vida y peor que apenas vine hay problemas.

Me acurruque entre Isaac y Ty quienes se habían negado rotundamente a abandonar la habitación, habíamos improvisado un lugar donde dormir en el suelo abarrotándolo de edredones, sabanas, mantas y suaves almohadas. Los quería y mucho, sentía que seguían aquí por temor a irse y que de pronto yo ya no estuviera...

...así como aquel día.

Aina se había despedido de mi un rato más tarde de haber desintoxicado a Derek, al parecer tenía una misión en la manada del Este, se marchó no sin antes ser detenida por su Beta y Delta quienes le repitieron un sin fin de veces que guardara el secreto. Portaba su uniforme con orgullo, solo ella sabe lo mucho que le costó ganarlo, mi pequeña Aina te mereces todo lo bueno. Dijo que tendría que preparar a un escuadrón y me fue inevitable no mirarla con total admiración, pero al mismo tiempo me sentía triste.

Sentía tristeza por no haber estado ahí para acompañarla en cada uno de sus logros pequeños o grandes, ahora solo me quedaba imaginar cómo habrían sido aquellos momentos conmigo presente. El movimiento del pequeño B me saca de mis pensamientos, lo veo a la orilla de la cama con intenciones de saltar al suelo junto a mí pues un rato antes había caído rendido junto a Derek y ahí permaneció.

Le abro los brazos y mueve la cola antes de saltar sobre Isaac despertándolo en el proceso, este último lo mira adormilado y simplemente le pasa un brazo por encima. Me rio bajito y cierro los ojos por fin con la tranquilidad de que dormiré en paz después de tanto tiempo.

.

Cuando despierto no estoy en el suelo, si quiera permanezco en la habitación de Derek. Reconozco el aroma del incienso favorito de Rubí por lo que asumo estoy en su habitación. La luz entraba por la gran ventana, una enredadera osada crecía luchando por crecer dentro de la habitación también pues el balcón que poseía no le era suficiente.

La mire unos segundos junto a la claridad del cielo, di vueltas en la cama debatiéndome entre despertar o no. Sabía que debía ponerme de pie pero una sensación abrumante se apodero de mi cuando no encontré una razón para poner un pie fuera de la cama. Me cubrí con la manta hasta la cabeza y cerré los ojos, dejándome consumir por un momento por el cansancio que aun tenia.

Un gran rato más tarde me encontraba con la frente pegada a la regadera, había dormido hasta media día y el sol no daba tregua, luche contra la regadera de la habitación de Rubí pues al parecer solo salía agua caliente tal y como a ella le gustaba; cosa que no era de mi agrado.

Me mire al espejo cuando salí, había adelgazado varios kilos que sabía que con la deliciosa comida de Sarah recuperaría pronto. Mire aquellos sitios por los que mi cuerpo había sido profanado con aquel veneno, mire mi pecho y recordé aquella estocada de la cual no me quedaba más que el recuerdo, mire mi cabello que sería mi recordatorio diario de que la muerte alguna vez atrapo mi alma pero que esta vez fui la ganadora; aunque sabía que no había que retarla pues a ella no le gana nadie sino que más bien había sido demasiado afortunada.

Tome un cambio de ropa, el estilo de Rubí me hacía pensar en colores cálidos: verdes, marrones, amarillos, rojos. En vestidos bonitos, de esos que cuando ves a alguien usándolo en la calle deseas acercarte y elogiarlo, así era su estilo. El de una bella bruja que te hace desear elogiarla siempre.

Sobre su escritorio mire el brazalete que le di a Isaac aquel día. Lo tome y lo coloque alrededor de mi muñeca. No era uno lujoso o elegante, era una simple pulsera de pequeñas cuentas negras.

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