Derek
Me desperté en medio de la noche, con el corazón pesado y la mente llena de pensamientos turbios. Me fue imposible escapar de la amargura y tristeza que me envolvieron desde que Christal rompió nuestro lazo. Cada día que pasaba, sentía que me hundía más en la oscuridad. Me recompuse de inmediato, al parecer había caído rendido sobre el escritorio de la oficina.
Mi actitud ha cambiado notablemente desde entonces. Me he vuelto distante con mi manada, frívolo en mis acciones y palabras. Parece que la sombra del resentimiento se ha apoderado de mí y me arrastra hacia un camino de autodestrucción.
Larisa ha entrado en mi vida en un momento de vulnerabilidad. Ella está bajo la influencia del Consejo, sé que manipula mis emociones y aprovecha mi debilidad...
Una serie de escenas de noches atrás llegan a mi cabeza.
¿Por qué me dejo llevar por sus artimañas? ¿Por qué me permito caer en sus redes?
Tal vez es porque, aunque sea temporalmente, su compañía me distrae del dolor y la soledad. Su presencia llena el vacío que Christal dejó en mi vida, aunque sea momentáneamente. Pero sé que esto no es lo correcto.
Sin embargo, a medida que paso más tiempo con Larisa, empiezo a compararla con Christal. Es injusto, pero no puedo evitarlo. Me encuentro buscando en Larisa lo que tenía con Christal: la conexión profunda, una comprensión mutua y un lazo que ha sido destruido.
Pero a medida que mi relación con Larisa avanza, a tal punto en el que ella es mi mayor compañía día a día, me doy cuenta de que ella no es Christal. Sus acciones están motivadas por intereses egoístas y su lealtad al Consejo.
Mi corazón está en conflicto. Por un lado, siento que debería resistir cualquier intento de reemplazar a Christal en mi vida. Pero, por otro lado, la soledad y el anhelo de conexión me llevan a buscar consuelo en los brazos de Larisa.
Estoy atrapado en un torbellino de emociones, confundido y perdido en un laberinto de deseos contradictorios. Me pregunto si es posible querer alguien a quien juré odiar, si puedo encontrar migajas de felicidad en los brazos de una intrusa o si siempre estaré anhelando aquellos que ya no me pertenecen.
A medida que me adentro en esta relación turbulenta con Larisa, en la que ni uno ni otro sabe con exactitud que busca del otro, siento que mi corazón se desgarra un poco más cada día. Las dudas y los cuestionamientos me consumen, y me pregunto si estoy tomando la decisión correcta o si estoy simplemente huyendo de mi dolor.
Pero a medida que paso más tiempo con Larisa, algo comienza a cambiar dentro de mí. Sus gestos amables y su atención constante empiezan a calar en mi corazón herido. Me doy cuenta de que, a pesar de todo, Larisa puede no ser la peor compañía.
Y como si se tratará de un llamado cruza la puerta con una bandeja en las manos. Enciende la luz y coloca la bandeja frente a mi haciendo documentos a un lado.
—No has comido nada —comentó mientras curioseaba los papeles del escritorio.
Se sentó sobre el escritorio y peinó mi cabello con confianza, me giré a verla sus ojos brillaron y me ofreció una sonrisa.
No puedo evitar notar su despreocupada vestimenta, un pijama simple de seda. Era raro verla vestida de esa manera, por lo general siempre estaba bien presentable. Tomé el tenedor y comencé a comer. Ella por su parte se sentó frente a mi del otro lado del escritorio, la vi colocarse unos lentes mientras se cruzaba de piernas. Siempre lo hacia cuando estaba concentrada. Detalle su rostro, mientras ella releía un papel.