♪ Capítulo 1

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El timbre sonó y todos —incluyéndome— nos dirigimos a paso rápido hacia la salida

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El timbre sonó y todos —incluyéndome— nos dirigimos a paso rápido hacia la salida. Nos encontrábamos en el patio central de la escuela, esperando el momento para marcharnos.

Las vacaciones dicembrinas por fin habían llegado. Esperaba con ansias un merecido descanso después de casi cinco meses de tareas, proyectos, ensayos y exámenes. Me gustaba la escuela, sí; pero también descansar de ella.

Se llevó a cabo la posada navideña y de fin de año que se hacía desde siempre, y cómo hoy solo fue fiesta, no tuvimos clases, solo cantamos villancicos, comimos hasta llenar, obviamente los dulces no faltaron, hubo intercambio de regalos, etc.

—¡Bienvenidas las vacaciones! —exclamó mi amiga Darian entrelazando su brazo con el mío. Aún traía puesto el gorrito rojo que usamos para cantar el villancico que nos tocó.

—¿A dónde te iras de vacaciones? —pregunté con curiosidad—. ¿Ya se decidieron tus papás a viajar?.

Ella dejó escapar un fuerte suspiro antes de responder.

—Nop, parece que tendré que pasar las vacaciones en mi casa, otra vez —dijo con una pizca de desilusión—. ¿Y tú?.

—Mis papás dijeron que tal vez iríamos al rancho de mis abuelos, pero aún no está confirmado al cien por ciento.

—Oye, si vas, tienes que llevarme —sentenció ella, señalándome con su dedo índice y mirándome con una sonrisa persuasiva.

—Claro que sí, ya sabes —le respondí con una sonrisa.

Ella sonrío ampliamente satisfecha, tomando con más fuerza mi brazo con el de ella.

Darian y yo éramos amigas desde niñas. Crecimos juntas prácticamente, estudiamos en el mismo Colegio desde nuestros primeros años. Incluso nos congregamos en la misma iglesia.

Me llevo muy bien con ella, siempre ha sido mi única y mejor amiga. Poco a poco hemos construido una amistad tan bonita que no cambiaría por nada, y podría decir, en mi humilde opinión, que ya no parecemos amigas, sino hermanas.

Al momento se escuchó el timbre de un teléfono. Era el de Darian, que al instante lo sacó del bolsillo de su sudadera morada.

—Un mensaje de Bruno —me miró confusa, al tiempo que me mostraba la pantalla de su teléfono.

De repente, el mío empezó a sonar también, y al revisarlo, me di cuenta de que había recibido yo también un mensaje de WhatsApp.

—Que raro, Bruno también me envió uno —fruncí levemente el ceño, con extrañeza—. Dice que quiere vernos en una hora —dije, leyendo el mensaje.

—¿Qué querrá? —preguntó ella, extrañada.

—Ni idea.

Bruno es nuestro líder de jóvenes, y era muy extraño que nos citara un día entre semana. Las reuniones de jóvenes eran siempre los sábados, así que no se me ocurría ninguna razón para querer vernos. Si se tratara de algo importante, habría enviado el mensaje al grupo, donde estamos todos los jóvenes. Pero al contrario, lo envió por privado.

Me sobresalté al escuchar el claxon de un auto, haciendo que diera un disimulable brinquito. Noté que Darian también se sorprendió. Volteamos al mismo tiempo y vimos el Jeep rojo estacionado cerca de la acera. Era Diego, mi querido primo.

—¿Listas? —preguntó, asomando su cabeza y sonriendo desde la ventanilla.

—Sí —dije, mientras abría la puerta del copiloto.

—¡Hola Diego! —saludó Darian, y él le devolvió el saludo—. ¿Oye tu también recibiste un mensaje de Bruno?.

—¿Un mensaje de Bruno?. No. ¿Por qué? —preguntó con curiosidad.

—Porque nosotras sí. Nos quiere ver en la iglesia en una hora así que démonos prisa —ordené.

Dicho eso, Diego arrancó el auto y nos dirigimos a casa de Darian, la dejamos en la entrada del edificio y quedamos en vernos en el parque para irnos juntas a la iglesia, donde nos esperaba Bruno.

Siempre fui responsable en todo, y más cuando se trataba de asuntos en la iglesia. No importaba la hora, el clima o la circunstancia, siempre trataba de estar para lo que sea que se necesitara. 

Al llegar a nuestra casa, fuimos recibidos por el fuerte volumen de la música que provenía de las bocinas rojas que mi papá había comprado hace dos meses. Desde entonces, se había convertido en su pasatiempo favorito, tocando constantemente sus canciones favoritas y escuchando algunos testimonios de sus predicadores favoritos.

Al entrar, corrí directo a mi habitación, para cambiarme de ropa.  Me puse mis converse favoritos y peiné mi cabello un poco. Cuando bajé me encontré con mi madre en la cocina.

—¿A dónde con tanta prisa, señorita? —cuestionó, al ver que bajé las escaleras casi corriendo.

Me detuve en seco abriendo la puerta del refrigerador.

—Tengo que ir a la iglesia, Bruno nos está esperando —contesté, agitando levemente mi teléfono por alguna razón, y me serví un vaso de jugo de naranja hasta la mitad.

—Muy bien, y ¿para qué los necesita ahora?.

—No lo sé, no nos lo dijo —respondí, mientras colocaba el vaso vacío en la barra.

Me despedí de ella con un beso en la mejilla.

—¡Nos vemos en la tarde!.

—Espera, espera —ella me detuvo cuando estuve por cruzar la puerta, haciendo que diera media vuelta para mirarla—. Tu no vas a ningún lado hasta que hayas comido algo.

Puse una mueca.

—No puedo. Estoy llegando tarde, te prometo que comeré cuando llegue, ¡Bye!.

Salí rápidamente antes de que me detuviera de nuevo. Tomé mi skateboard que descansaba apoyado en la pared cerca de la puerta y me dispuse a salir, pero mi mamá me detuvo otra vez antes de poder abrir la puerta, diciendo que me dejaría ir hasta que tuviera puestas todas las protecciones necesarias: casco, coderas y rodilleras. Siempre había sido muy estricta en ese sentido y a mi me molestaba un poco. Cuando estuve lista, me dejó ir con la otra condición de que no regresara tan tarde, ya que a veces a Darian y a mi nos daba por ir a patinar por horas al Skatepark.

El Skateboarding era algo muy normal por aquí. En las calles y plazas, se podían ver un montón de skaters patinando y haciendo diferentes trucos. Yo había intentando hacer al menos la mitad de ellos, pero ninguno me salía correctamente. Solo tenía dominado en truco más básico, el más sencillo y que era considerado la base para aprender los trucos más difíciles.

Salí de casa rumbo a la plaza, solo esperaba que Darian ya estuviera ahí.

EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora