Mi espalda dolía. Sentía que cada musculo ardía con insoportable intensidad y todo por mantenerla en la misma posición por varios minutos... O quizás horas.
La verdad ya no sabía cuánto tiempo llevaba así. Pero para mí era como si llevara una eternidad. No podía moverme, aunque quisiera.
—¿Ya casi terminas? —pregunté, un poco impaciente.
—Ya casi.
Suspiré. Tenía solo como única vista los discos de vinilo en la pared blanca de mi habitación. Lo único que podía mover con libertad eran las pupilas de mis ojos.
Por impulso, intenté levantar el brazo con la intención de tomar un libro de mi estantería. Me estaba aburriendo y sabía que en cualquier momento terminaría tirado de espaldas en el suelo, porque el sueño estaba empezando a consumirme. No tenía idea de que esto sería tan difícil.
—¡Hey... no te muevas! —reprendió Hanna apuntándome con su lápiz.
Resignado y sintiéndome regañado, volví el brazo de nuevo a su lugar. Ni siquiera llegué a tocar un solo libro.
Ella continuó dibujando. Concentrada en su cuaderno de dibujo y echando hojeadas hacía mi para capturar mi "esencia" en el dibujo de mi mismo.
—Ya que estoy sentando aquí... posando y fingiendo tocar el teclado... ¿puedo al menos tocarlo de verdad?. Me esta costando mucho no hacer nada.
Ella me miró unos segundos por encima de su cuaderno como si estuviera considerándolo. La miré rogando a que aceptara. Ella lo sabía, por eso mismo tardó en responder. Al parecer le gustaba ver mi sufrimiento.
—Mhm... sí, está bien.
Suspiré aliviado y relajé los hombros, comencé a tocar un par de teclas.
—Si te digo la verdad, pudiste hacerlo desde hace rato. No tenías porqué quedarte todo tieso en esa silla.
Dejé de tocar para mirarla con absoluta perplejidad. Noté una ligera sonrisa burlona en sus labios tratando de ocultarse detrás del cuaderno de piel.
—¿Y si podía hacerlo porqué me dijiste que me quedara quieto?. Dijiste que si movía un solo dedo podía arruinar el dibujo.
—Solo lo dije para ver que tan obediente eres —dijo divertida—. Solo necesito observarte un poco para poder hacerlo, no es para tanto.
Negué con la cabeza y sonreí. Sí, ya me había dado cuenta que le gustaba verme sufrir. Coloqué de nuevo las manos sobre las teclas y comencé a tocar de nuevo una melodía. Hacía falta algo de música en la habitación. Tanto silencio me estaba abrumando.
—¿Qué canción es esa? —preguntó luego de un par de minutos.
—Vasijas rotas, de Hillsong Worship.
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EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1]
Spiritual¿Qué pasaría si algún día Dios te sorprende con algo que tú no esperabas para nada?. La vida de Darian y Skye siempre ha sido bastante simple. Han sido mejores amigas desde siempre debido a que su amistad comenzó dentro de la iglesia en la que se co...