Llegué a la plaza luego de diez minutos, y al ver que Skye aún no llegaba, decidí esperarla. Sabía como se enojaría si se daba cuenta de que no la espere para irnos juntas, así que aproveché para comprar un vaso de jugo de durazno en un puesto cercano.
Llevaba la mitad de la bebida cuando vi que se acercaba en su patineta a toda velocidad. Me levanté del banco y empecé a agitar mi mano para que mirara donde estaba.
—Al fin —dije en cuanto llegó hasta mi.
—¿Me tarde mucho? —preguntó, arrugando levemente las cejas en señal de preocupación.
—No... solo quince minutos tarde —miré mi muñeca fingiendo ver la hora en un reloj invisible.
Ella dejo escapar un suspiro.
—Entonces vamos, Bruno debe estar esperando.
Dicho esto, las dos avanzamos en nuestras respectivas patinetas.
La iglesia no quedaba muy lejos de aquí. De hecho, la ciudad donde vivíamos tampoco era muy grande y se podían ubicar fácil los lugares.Llegamos a la iglesia, y vimos el auto de Bruno en el estacionamiento exclusivo del lugar.
Entramos y dejamos las patinetas en el lado izquierdo de la entrada junto con los cascos y las otras protecciones.
Al momento nos percatamos de que no eramos las únicas citadas aquí, habían más jóvenes, que claramente conocíamos. Se trataba de Daniel, Gabriel y Goyo, los increíblemente mejores amigos. Estaban al frente, arriba en el altar junto a Bruno observando algo en su laptop.—¡Llegaron! —exclamó Bruno al vernos llegar—. Un rato más y nos cae la noche, chicas —dijo burlonamente, levantándose de la silla.
—Ya estamos aquí, ¿qué pasó? —pregunté.
—Sí, Bruno. Ya deja el misterio —dijo Daniel, con un poco de impaciencia.
—Ya les dije que ahorita les digo, tenemos que esperar a Vale aún.
—No es necesario, ya estoy aquí —anunció la chica, apareciendo de la nada detrás de nosotras.
Daniel hizo una señal indicando que ya no faltaba nadie.
—Bien, pero necesito que todos se sienten por allá —indicó Bruno, señalándoles a él y a los otros dos, los asientos de adelante.
Los tres chicos, Daniel, Gabriel y Goyo bajaron en fila del escenario para sentarse donde nuestro líder les indicó. Vale nos hizo una seña indicando que también nosotras nos sentáramos. Obvio nos sentamos a dos lugares de distancia de ellos tres. Nunca habíamos hablado o interactuado con ellos, bueno... con dos de ellos, Gabriel y Goyo. Con Daniel, más o menos. Cuando éramos niños, pasábamos el tiempo jugando después de que terminaban los cultos, pero nos distanciamos de él cuando se mudó por dos años a otra ciudad, y cuando regresó, trajo consigo una nueva personalidad muy diferente a lo que conocíamos, y en esos mismos días conoció a Gabriel y Goyo, que llegaron casi al mismo tiempo a la ciudad. Eran mejores amigos desde entonces.
—Valeria, ¿quieres comenzar tú? —preguntó Bruno, dirigiéndose a la pelirroja, que ya estaba parada junto a él en el altar.
Ella asintió dando un paso al frente.
—Bien, la razón por la que los citamos aquí a los cinco es la siguiente —comenzó—: como ya saben, hace un par de semanas Bruno, el líder de alabanza y yo impartimos un par de clases de música aquí en la iglesia, al igual que pruebas de canto. Todo esto, fue idea del padre de Goyo. Las pruebas estás que les hicimos a varios jóvenes de aquí, fueron para elegir y conformar el nuevo grupo de alabanza juvenil de la iglesia.
Skye y yo nos volteamos a ver sorprendidas, con la boca abierta de par en par. Mientras que los otros chicos empezaron a dar aullidos de felicidad tal como lo hacen los hombres cuando algo les emociona, chocando las manos entre ellos. Tuve que cubrirme un oído debido a que era la que estaba más cerca de ellos.
—Y como ya imaginaran —ahora Bruno tomó la palabra, alzando la voz para que los chicos dejarán de hacer su escandalo—, ustedes fueron los elegidos para conformar este nuevo grupo.
—Espera, ¿quieren decir que las clases de música fueron más como audiciones para el nuevo grupo? —preguntó Skye, inclinándose ligeramente.
Ya que lo decían y lo aclaraban, todo parecía muy predecible. ¿Cómo no se nos pudo ocurrir?. Era demasiado obvio; porque, ¿para qué más iban a ser que para eso?. Las clases de canto, a las cuales Skye me obligó a inscribirme solo porque no quería entrar sola, fueron para esto. Acepté sus ruegos de inscribirme solo porque no tenía nada que perder y porque me pareció divertido intentarlo, nunca imaginé que terminaría dentro del grupo de alabanza.
—Exacto —puntualizó Vale, nuestra segunda líder.
Skye apoyó su espalda contra el respaldo de la silla. Aún sin poder creerlo. Imaginé que mi mamá estaría muy contenta de que al fin vaya a hacer algo importante en la iglesia, además de sentarme en las filas de adelante todos los domingos y asistir a cada reunión los sábados.
—Pero hay un problema —prosiguió Bruno.
—¿Cuál? —preguntó Goyo.
—No tenemos pianista —contestó el mayor apretando los labios—. Bueno, tecladista —se corrigió a si mismo.
—¿Alguna de ustedes sabe tocar el teclado, chicas? —preguntó Vale mirándonos a ambas con esperanza, o eso creí que era. Nosotras negamos con la cabeza—. Ni modo, ya encontraremos a alguien —dijo resignada.
Yo nunca había tomado clases de piano, ni de guitarra, ni de nada, solo sabía tocar el pandero. Skye si tomó clases de piano un tiempo, pero me contó que no le fue muy bien. Siempre confundía las teclas y la melodía que salía no era tan melódica que digamos. Y ninguna de las dos tomó clases para tocar instrumentos en las clases de música, solo entramos a las de canto. Así que, si ninguna de nosotras iba a tocar, eso significaba que seriamos las coristas del grupo.
—Hay una noticia más, chicos —anunció Vale, mirando una hoja del pequeño cuaderno que llevaba en las manos.
—¿Otra? —preguntó Daniel, levantando ambas cejas.
—Su primera presentación como grupo será en el servicio de año nuevo —prosiguió ella, ignorándolo.
—¿Qué? —gritamos los cinco al unísono.
—Pero si faltan menos de dos semanas para año nuevo —dije, impactada.
Eso no podía ser posible.
—Lo sabemos, pero todo va a salir bien, primeramente Dios —comentó Vale, con calma—. Además, me parece que es suficiente tiempo.
«Tal vez si parezca el suficiente tiempo, pero Vale, ¡recuerda que somos novatos en esto!»
Genial, conformaríamos un nuevo grupo de alabanza, tendríamos nuestra primera presentación en menos de dos semanas y además, no teníamos pianista. Claro que no estaba nerviosa. Para nada nerviosa.
La reunión en la iglesia terminó, y nos dijeron que nos avisarían por el grupo de WhatsApp cuando iniciarían los ensayos.
Skye y yo tomamos nuestras patinetas y salimos de la iglesia. Los tres chicos también vinieron en las suyas, y después de unos segundos se fueron patinando y platicando entre ellos, sin siquiera dirigirnos a nosotras un saludo o una despedida. Siempre había sido así respecto a ellos y nosotras, no sabía como le íbamos a hacer para interactuar con ellos ahora que estábamos en el mismo grupo. Sólo esperaba que todo fluyera bien y conforme a la voluntad de Dios.
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EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1]
Spiritual¿Qué pasaría si algún día Dios te sorprende con algo que tú no esperabas para nada?. La vida de Darian y Skye siempre ha sido bastante simple. Han sido mejores amigas desde siempre debido a que su amistad comenzó dentro de la iglesia en la que se co...