♪ Capítulo 5

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Habían pasado tres días desde que tuvimos nuestro primer ensayo como grupo de alabanza

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Habían pasado tres días desde que tuvimos nuestro primer ensayo como grupo de alabanza. Hasta ese momento, las canciones que ensayamos salían cada vez mejor. Daniel ya no se dejaba llevar tanto con la batería, Goyo no desafinaba tanto como las primeras veces, Gabriel ya no se distraía mucho últimamente y Darian y yo cada vez nos sentiamos más cómodas.

El año nuevo, justo el día para tocar por primera vez delante de toda la congregación estaba llegando. Solo una semana más. Estaba tan emocionada y a la vez muy nerviosa, pero eso no quería decir que tuviera miedo de cantar delante de tantas personas, me conozco lo suficiente para saber que no tengo pánico escénico. Lo único que me preocupaba era que todo saliera bien y que pudiéramos encontrar el pianista que nos faltaba. Vale había estado buscando y haciendo todo lo posible para encontrar uno, pero todos los candidatos habían sido chicos sin experiencia que estaban iniciando con clases y algunos menores de trece años que querían participar, pero aún no estaban bautizados. Mientras que Bruno se había estado encargando de nuestros ensayos.

Hasta el momento llevabamos tres canciones aprendidas, y Bruno dijo que las otras dos las ensayaríamos la próxima semana.

El ensayo de este día, concluyó hace más de medía hora. Darian y yo pedimos permiso para venir al Books & Coffee, nuestra cafetería favorita. El tipo de cafetería que todo hate de los libros odiaría, pero ese claramente no era nuestro caso, nosotras amamos los libros, esa es otra cosa que tenemos en común ella y yo. Aunque sé perfectamente que Darian prefiere los libros electrónicos. Yo no, yo amo los libros en físico.

Darian dejó escapar un suspiro, al tiempo que colocaba el libro en su regazo.

—¿Qué pasa? —pregunté al verla observar atentamente el techo.

—Nada —contestó después de varios segundos—. Solo que... mañana es navidad.

—Sí, que emoción, ¿no crees? —dije emocionada, para después darle un trago a mi capuchino.

—Sí, muy emocionante —dijo ella , sarcástica.

Dejé cuidadosamente el libro sobre la mesa, colocando el separador en la página correspondiente.

—¿Aún no tienen planes tus padres? —inquerí—, es la tercera vez que pasa —le recordé, seriamente.

—¡Ayy!, ya lo sé —expresó ella, tapándose la cara con las manos—. Esta vez fueron directos, dijeron que no iríamos a ningún lado y tampoco haríamos algo en casa, porque estarán trabajando —confesó, incorporándose.

Se notaba en el tono de su voz la frustración y la decepción que sentía. Pobre de mi amiga, recordé los últimos tres años en los que sus padres le prometían salir de vacaciones o hacer algo por navidad, pero siempre la ilusionaban diciéndole que sí, y a último momento no sucedía nada. Tenía que hacer algo para animarla.

—¡Esa es una excelente idea! —exclamé y ella me miró frunciendo el ceño, así que decidí aclarar lo que quise decir—. Sí porque así puedes ir conmigo al rancho de mis abuelos. Es genial.

Su expresión cambió a una de esperanza, pero al instante se puso seria de nuevo.

—No creo que me dejen, mis papás se volvieron más sobreprotectores de lo normal, así que...

¿Es enserio?.

Pero si recuerdo la vez que dijo que quería que la invitara cuando salimos de vacaciones hace una semana.

—Pero puedes pedir permiso —insistí. No me agradaba la idea de divertirme mientras que mi mejor amiga no—. Por favor —supliqué y ella sonrió ampliamente.

—Bien, pediré permiso.

—Perfecto —sonreí satisfecha.

Lo había logrado. No me preocupaba lo de sus padres, sabía que la dejarían ir, los conozco y ellos a mi, así que no habría problema.

Tomé nuevamente el libro para continuar con la lectura. Segundos después, Darian habló rompiendo con el silencio nuevamente.

—¿Sabes de que me di cuenta hoy? —dijo, apoyándose en la silla y subiendo los pies en la mesita, típico de Darian.

—¿De qué? —pregunté, sin apartar la vista de mi libro.

Tardó unos segundos en contestar. Vi por encima del libro que mantenía una sonrisa burlona. Su silencio me desesperaba y justo cuando estaba a punto de preguntar de nuevo, ella habló:

—Hoy noté... —hizo intencionalmente una pausa, lo cual causó que empezara a impacientarme más—... que Goyo te miraba mucho —dijo finalmente, con un tono muy extraño.

—¿Que acabas de decir? —cuestioné, cerrando el libro sin importar que perdiera la página en la que iba.

¿Dijo que Goyo me miraba mucho?

¡Qué cosa más loca y descabellada acababa de decir!. Por supuesto que Goyo no me miraba a mi. ¿Cómo se le ocurre decir semejante disparate?.

—Eso. Que Goyo no te quitaba los ojos de encima hoy en el ensayo. Yo lo vi.

—Cómo puedes decir eso sin estar completamente segura. Quizás te miraba a ti, porque a mi no.

Me apoyé en el respaldo de la silla hojeando bruscamente el libro hasta encontrar la página que perdí por su culpa.

—No estoy mintiendo, es la verdad —acercó más su silla a la mía—. Te miraba, estoy segura. No era a mi, te lo aseguro.

La miré con recelo, molesta por la tontería absurda que acababa de decir. ¿Cómo podía pensar que Goyo me miraba?. Por favor, él jamás se fijaría en mi y yo tampoco en él. Somos muy diferentes. Además, él no es el tipo de chico con el que yo saldría, ni hoy ni nunca.

—¿Te enojaste? —preguntó preocupada al ver que no le hacía caso.

¿Qué si estaba enojada? ¿Qué si estaba enojada?... estaba furiosa.

—Sí, Darian. Me enojé, no es justo que estés inventando cosas sobre mi.

—No lo estoy inventando. Pero si quieres no vuelvo a mencionarlo. Ya no te enojes.

Me extendió el meñique en señal de disculpa. Dudé en tomarlo, pero no podía enojarme con ella por esa tontería. Porque si me enojaba, sería como si me importara.

Suspiré relajándome y al instante enrosque el meñique con el de ella, con la condición de que no volviera a mencionar eso jamás, nunca. Ella asintió satisfecha, regresó su silla al mismo lugar y tomó su libro para retomar la lectura y estar en silencio nuevamente como hace un par de minutos.

Darian está vez si se paso con eso. Detesto cuando me dicen esas cosa.  No estaba interesada en ningún chico por el momento, y mucho menos en Goyo, y estaba segura de que él tampoco en mi. Absurda locura que acababa de decir.

Decidí bajarle a mi enojo y opté por olvidarlo continuando la historia de mi libro.

EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora