Caminaba sin ganas por la acera despejada.
El vecindario donde vivía era, para mi agrado, demasiado tranquilo, así que podía permitirme el hecho de caminar sin tener que encontrar a muchas personas por el camino, aunque muchas veces no corría con esa suerte. El único problema era lidiar con los vecinos chismosos. Lo que menos me gustaba era tener que saludar a las personas que, muchas veces, los escuché hablar sobre la situación de mi familia. Muchas veces se referían a mi madre como "la dejada", aquella mujer que llegó aquí hace unos años con dos criaturas buscando refugio de la desgracia que la perseguía. Hablaban sobre nosotros y la mayoría de las veces solo decían mentiras, cosas que ellos mismos inventaban para hacer el chisme más interesante.
Lo peor era que frente a nosotros se portaban como personas impecables y respetuosas, cosa que yo nunca creí, mi familia y yo conocíamos la otra cara de la moneda. En fin, la hipocresía a todo lo que daba.
A lo lejos vi a dos de mis vecinas, las más metiches del vecindario si me lo preguntan, aquellas a las que todos aquí, o al menos la gente que no se metía en esos líos, las llamaban "el periódico del vecindario" por la rapidez en la que se enteraban de las cosas. Caminaban en dirección opuesta murmurando cosas entre ellas, seguramente de alguna nueva "novedad" en el vecindario.
Subí el volumen de la música desde mi celular para no escucharlas por si me saludaban y acomodé mis audífonos. Pasé de largo junto a ellas y como siempre, las dejé con la mano levantada a punto de saludar, pretendí no haberlas visto. Ya podía imaginar las miradas juzgadoras que me dedicaban, tanto porque siempre recibieron esas actitudes de mi parte. Pero es que no me apetecía relacionarme con gente así.
Quería llegar a casa, pero mis pasos lentos y desganados decían otra cosa, pero es que me relajaba caminar, lo disfrutaba mucho. Sobre todo cuando la música era mi única compañía.
Vi al Pastor Alonso salir de su casa, estaba cerrando la puerta y cuando se giró y me vio caminar por allí, me sonrió. Pausé la música y bajé los audífonos alrededor de mi cuello.
El Pastor Alonso era de las personas más decentes del vecindario, a quién las personas respetaban genuinamente por ser un hombre totalmente honorable y con principios, incluso las personas que no eran cristianas le llamaban pastor y le brindaban el respeto que inundaba su presencia. Algún día me gustaría ser como él, una persona íntegra en las cosas de Dios, pero sinceramente estaba muy lejos de poder serlo. Tenía demasiadas imperfecciones que me lo impedían.
—Gabriel, ¿cómo estás?.
Extendí mi mano para saludarlo. No iba a portarme como un grosero con él, no cuando era mi Pastor y tampoco cuando era una de las personas que siempre nos apoyó cuando llegamos aquí, él y su esposa nos visitaban de vez en cuando, dándonos palabras de aliento de parte de Dios diciendo que no estábamos solos, y que a pesar de lo que pasara, nunca dejáramos de confiar. Siempre que tenía la oportunidad de saludarlo lo hacía, lo cual era, casi diario, ya que vivíamos prácticamente cerca.
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EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1]
Spiritual¿Qué pasaría si algún día Dios te sorprende con algo que tú no esperabas para nada?. La vida de Darian y Skye siempre ha sido bastante simple. Han sido mejores amigas desde siempre debido a que su amistad comenzó dentro de la iglesia en la que se co...