♪ Capítulo 59

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Los últimos días habían pasado demasiado rápido

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Los últimos días habían pasado demasiado rápido.

No sabía cómo expresar mi gratitud a Dios por todo lo que estaba pasando. Me alegraba ver qué las cosas entre el grupo mejoraban más. Parecía ser que mis oraciones estaban dando resultados.

De lo único que no tenía respuesta aún, era de Diego. Seguimos sin saber nada de él y eso me ponía triste. Incluso dejó de trabajar en la cafetería y tampoco se aparecía por la preparatoria. Pero las palabras que Goyo me decía cada vez que me veía decaída, me subían el ánimo. Tenía que confiar en Dios. Dejar la situación en sus manos para que Él pueda obrar en la vida de mi primo. Mis papás también tenían fe de que en cualquier momento, Diego regresaría a casa, y volvería a ser el mismo que era antes de cambiar totalmente.

Lo extrañaba demasiado. No era normal ver qué faltaba alguien en la mesa cada vez que nos reuníamos a comer. O ver su lugar vacío en el auto cada vez que íbamos a la iglesia. O no escuchar música de Redimi2 a todo volumen salir de su habitación cada vez que hacía tarea o limpiaba su cuarto. O verlo levantarse siempre último los sábados. Incluso mi guitarra me recordaba a él. Ya que fue Diego quien me ayudó a elegirla el día que la compré.

Era extraño y triste. Pero teníamos que segur con nuestra vida pese a todo esto. Y seguir confiando en aquel que tiene el control de la situación.

Hoy nos veríamos con los chicos en la cafetería. Después de mucho tiempo volveríamos a juntarnos ahí. Me habría gustado que a tocar, pero no. Solo era una pequeña reunión que Goyo había planeado. En realidad nos avisó ayer por la tarde que quería vernos aquí a todos.

Llegué a la cafetería y me recibió el delicioso aroma de la comida, que me envolvió y me hizo sentir como en casa. No me había dado cuenta de cuánto extrañaba ese olor, pero fue un placer volver a sentirlo. Sin embargo, no fue solo el aroma de la comida lo que me hizo sonreír, ni lo que hizo que mi corazón latiera más rápido.

No.

Lo que desencadenó esas sensaciones en mí, fue la vista del chico castaño sentado en el borde del escenario. Estaba interpretando una melodía en su guitarra con una dedicación y concentración que me llamó la atención. Se veía tan absorto en la música que parecía haberse olvidado del mundo a su alrededor. La pasión y el amor que ponía en cada acorde se reflejaban en su rostro y en sus ojos brillantes, transmitiendo una emoción contagiosa que me envolvió por completo.

Podía darme cuenta de lo mucho que disfrutaba tocar la guitarra. La música era parte de él, y la razón detrás de su pasión era evidente: Dios. No necesitaba decírmelo, ya lo sabía. Podía leerlo en su mirada, en su expresión, en la forma en que sus dedos acariciaban las cuerdas con devoción. La conexión que sentía con la música era palpable, y era claro que estaba tocando para algo más grande que él mismo.

EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora