♪ Capítulo 9

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La casa de mis abuelos empezaba a quedarse sin gente

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La casa de mis abuelos empezaba a quedarse sin gente. La noche anterior estaba completamente llena y se llenó aún más cuando todos mis primos, Darian y yo nos les unimos dentro después de acabar nuestra propia fiesta navideña en la fogata.

Mi tía Natalia regañó muchísimo a Mateo y los gemelos por haber comprado todos esos cuetes y haberlos explotado uno por uno, al igual que a Gastón por ser el mayor de los tres y dejar que los compraran y explotaran sabiendo que pueden ser peligrosos. La tía Natalia siempre había sido estricta en ese sentido, respecto a las cosas peligrosas que pueden hacer daño.

Una hora más tarde, a eso de las doce del día, nosotros también abandonamos el rancho rumbo a nuestra ciudad. Darian y yo no sabíamos porqué tanta prisa por regresar. Queríamos quedarnos otro rato más, pero mis papás decidieron que era hora de volver. Tal vez por Diego, ya que se había quedado solo en casa.

Llegamos finalmente a nuestra casa después de dejar sana y salva a Darian en la suya. Nos sorprendió tanto encontrar todo en orden y limpio. Mi mamá seguro que en el camino venía pensando y preparando el tremendo regaño para Diego si encontraba todo tal como se lo había prohibido, encontrando basura y a sus amigos haciendo desastre como la última vez. Pero todo resultó diferente.

Mis papás trataban a Diego como a un hijo más que un sobrino, ya que había vivido con nosotros desde el accidente de sus padres. Mi papás decidieron hacerse cargo de él debido a que su madre era la melliza de mi papá, y por ese motivo él se vio con más derecho de hacerlo, ya que se sentía más cercano que los demás.

—¡Diego, ya regresamos! —anunció mamá en cuanto entramos papá y yo detrás de ella.

Segundos después Diego apareció por las escaleras. Llevaba puesta su camisa blanca que usaba siempre para dormir y su cabello alborotado y despeinado dejó ver que no se había levantado de la cama todavía.

—¿Cómo les fue? —preguntó él, recostándose a lo largo del sillón .

—¡Excelente! —respondí yo antes de darle tiempo a mi mamá de hacerlo—. Te perdiste la fogata con los primos.

—¿Qué? ¿los primos estuvieron ahí? —preguntó sorprendido, incorporándose.

—Todos y cada uno —contesté, con un poco de arrogancia.

—¡Rayos!, me lo perdí —expresó, un tanto decepcionado—. ¿Qué tal estuvo?.

—Increíble, fue mejor que los otros años —le presumí, sentándome a su lado en el sillón e intentando hacerlo sentir mal por no habernos acompañado—. Hasta tronamos cuetes con los gemelos y mi tía Natalia se molestó mucho con Gastón por dejar que los compraran.

EFE 6: La Historia Comienza... 🍃[Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora