34. ¿Podemos intentarlo?

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Goo goo Dolls— Iris

El día del inicio de la gira por fin llegó. Rick estaba emocionado en su mayoría, por supuesto que lo estaba, pero también había un corriente nerviosa invadiendo su ser. Eso era innegable, en especial porque la última semana había sido bastante estresante, con el insomnio más presente que nunca y su humor tan cambiante que a veces lo mareaba.

—Come— le dijo Jude señálando el plato en dónde las papas horneadas, la ensalada y el pollo lo esperaban.

Hizo una mueca. Tenía una bola tensa en el medio del estómago. Su apetito era inexistente, tanto como para darle la impresión de que lo que había en su plato era demasiado, que ni con sus mayores esfuerzos podría terminarlo. Eso también era algo recurrente los últimos días, su falta de apetito a veces le daba ganas de echarse a llorar, porque no lo dejaban levantarse sin comer al menos la mitad del plato. La mayor parte del tiempo era Jude quien vigilaba eso, otras eran sus compañeros de banda. Sabía que todos ellos estaban preocupados por verlo tan inquieto, hasta perdido pero no quería preocuparlos o decirles que en verdad la gira lo incomodaba mucho.

Además lo estaba intentando, de verdad. Con todas sus fuerzas. Había hablado mucho con su doctora en los últimos días. No solo sobre la gira y lo que eso conllevaba, sino también sobre lo que pasó con Jonathan, que era parte del por qué estaba tan agitado.

—Deirick, come— repitió Jude. Estaban en un restaurante cerca del estadio en dónde se llevaría a cabo el primer concierto. En cuanto terminara su almuerzo debían dirigirse hacia allá para que pudieran revisar los últimos detalles y estar listos para la noche.

—No creo que pueda — se quejó. Su rodilla derecha rebotaba sin parar. Un claro ejemplo de lo ansioso que se sentía. Dios, hasta le estaban sudando las manos—. Por favor, Jude. Podría terminar vomitando.

—No puedo dejar que te saltes la comida. Si no comes ahora, hay menos posibilidades de que lo hagas más tarde. Subir a ese escenario sin nada del estómago es mala idea, podrías desmayarte. Recuerda que por la mañana solo tuviste el batido.

Estaba a punto de replicar, pero sabía que era verdad. La posibilidad de terminar la noche inconsciente estaba ahí y no era buena idea presionar su suerte. Soltó un suspiro tembloroso y asintió, obligándose a tomar el tenedor y pinchar una de las patatas. Se sentía como masilla en su boca, era horrible. La tragó de todos modos y repitió el proceso sintiéndose un poco miserable, también avergonzado. No debería haber alguien frente a él asegurándose de que comiera, como si fuera un niño. A veces eso era demasiado humillante, más sabía que no debería verlo de esa manera. Era difícil de todos modos.

—¿Crees que alguna vez estaré lo suficientemente bien como para no necesitar una niñera?— la pregunta salió un poco resentida. No era justo, porque Jude no tenía la culpa de que necesitara supervsión. Y tener su apoyo, saber que le cubría la espalda, lo hacía sentir seguro. Al menos cuando no estaba ocupado enfurruñándose por todo.

—No me importa ser tu niñera, Deirick. Pero creo que sí, un día será más fácil. Sé que es complicado verlo justo ahora, pero lo será— Jude arqueó una ceja —. Y ni siquiera pienses que te dejaré creer lo contrario.

A Lonely Heart Song © (Love & Music #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora