27. ¿Puedes intentarlo?

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Carla Morrison— Todo pasa

El momento que había estado tratando de evadir a toda costa por fin estaba sucediendo. Y la verdad no le sorprendía en lo más mínimo porque Jude iba a darse cuenta, tarde o temprano iba a darse cuenta sobre lo que había pasado con Derek. Solo creyó que tal vez sería él quien terminara por confesarlo cuando el peso de la culpa fuera demasiado para soportar. Aunque la verdad las cosas casi nunca salían como esperaba así que no le sorprendía demasiado. Lo único que le gustaría es que JJ no estuviera ahí, parado en la puerta de su habitación luciendo confundido por la manera en que Jude seguía sosteniéndolo por la camiseta, con la mano cerrada en un puño que temblaba.

—¿En qué estabas pensando, Rick? ¿Por qué estás hablando con ese imbécil de nuevo?

—Porque al parecer soy débil— soltó un suspiro —. Solo pasó. Traté de resistirme pero de todos modos sucedió. Lo vi en Nueva York cuando la banda estuvo en esa ciudad para la presentarse en el Late Night de Dale Hansen.

El de ojos azules apretó tanto la mandíbula que un músculo en su mejilla soltó. Estaba furioso. Y seguía siendo tan inesperado verlo perder el control sobre sus emociones. Cuando esa indiferencia se deslizaba lejos, era fácil recordar que Jude también era humano, con emociones reales, que las cosas también le afectaban aún cuando parecía todo lo contrario. Ver sus ojos llenos de enfado, tornándose de un azul profundo y tormentoso, Rick se sintió más culpable que nunca.

—Sabes lo que pasó la última vez. Derek es una mierda y nada de lo que dice o hace es real. Solo está jugando contigo y se lo estás permitiendo.

—Tal vez es lo que merezco.

—¡Solo escúchate, Deirick!

Jude lo soltó dando un par de pasos atrás, buscando distancia y eso solo significaba que de verdad estaba perdiendo los estribos. No podía culparlo. En alguna parte en el fondo de su mente, Rick también estaba gritando lleno de frustración por las decisiones que estaba tomando, por el poco valor que se daba como persona al dejar entrar a Derek de nuevo. Se podía justificar con todos sus problemas emocionales, podría decir que estaba demasiado roto como para no saber cuando estaba eligiendo el camino equivocado, pero la realidad era que también estaba demasiado asustado como para elegirse a si mismo sobre todo y todos los demás.

Sabía que seguir viendo a Derek terminaría de romperlo, pero entonces si se rompía ya no debía luchar ¿verdad? Y es que a veces luchar era tan, pero tan jodidamente difícil que ni siquiera valía la pena el esfuerzo. Al menos esa era la conclusión a la que había llegado en los últimos días. Había estado luchando toda su jodida vida y estaba cansado de nunca ver los resultados. De que nunca fuera más sencillo que el día anterior. Llevaba meses en terapia y seguía sintiendo que estaba cayendo y cayendo sin parar. Arregló las cosas con Wes pero aún entonces no podía hacer las pases consigo mismo y temía que sin importar cuanto se esforzara, jamás dejaría de culparse por lo que pasó con Derek.

Era parte de una banda de rock que cada día era más exitosa pero de cualquier manera seguía sintiéndose como el integrante más débil, la pieza frágil que podía romperse en cualquier momento y arruinar todo por lo  que sus compañeros habían trabajado.

Tenía amigos, una familia encontrada que le recordaba constantemente lo bienvenido que era. Y sin embargo, en el fondo Rick tal vez siempre sería el niño huérfano al que sus padres biológicos quisieron tan poco como para abandonarlo y no buscarlo de nuevo. Tal vez siempre sería el hijo adoptivo que no pudo adaptarse y el que terminó por decepcionar a los padres que pudo haber tenido y amado. Los padres que pudieron haberlo amado.

A Lonely Heart Song © (Love & Music #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora