46. Las cartas sobre la mesa

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Phillip Phillips— gone, gone, gone

Volver a Nashville se sentía bien. Después de semanas en la carretera, rodeado de personas, que aunque le agradaban, también llegaban a hacerlo sentir un poco agobiado, era todo lo que podía pedir. La única personas de la que no quería alejarse era de JJ. Sin embargo, sabía que su novio debía estar ansiando volver a su apartamento, tomar una ducha y tal vez dormir comodamente en su cama luego de varios días viajando con ellos.  Cuando el elevador se detuvo en el sexto piso del edificio, Rick de todos modos estaba tentado de aferrarse a JJ y no dejarlo ir como... nunca. Por otro lado, tal vez era buena idea que se separaran solo por unas horas.

—Entonces — dijo JJ. Ambos habían salido al pasillo. Evgeny también, pero se alejó un poco dándoles privacidad— ¿Te llamo más tarde?

—O puedes venir a cenar conmigo y con Jude. También puedes traer a Dodie, la he echado de menos— eso sonaba bien. Aún faltaban algunas horas para que anocheciera, por lo que tendrían tiempo de descomprimir un poco.

—Eso suena más que bien— el ingeniero sonrió de esa manera tan cálida que Rick no pudo detenerse de eliminar la distancia que los separaba, tomando su rostro entre las manos para darle un beso lento, con ese nuevo toque de profundidad que habían estado explorando—. Entonces nos vemos luego, precioso. Trata de dormir un poco, no lograste descansar durante el viaje.

—Hmm, lo intentaré. Te veo en rato.

—De acuerdo— JJ le robó otro beso antes de retroceder y tomar su maleta de nuevo—. Hasta luego, Yeva.

—Adiós, no llores demasiado por dejar a Rick unas horas — respondió el ruso con tono burlón. JJ solo se rió y siguió por el pasillo hasta su apartamento.

Cuando estuvieron de nuevo en el elevador para subir al noveno piso, Rick por fin empezó a sentir el nerviosismo que había estado tratando de ignorar durante todo el viaje de vuelta a Nashville. En pocos minutos estaría en su apartamento. Volvería a estar frente a frente con Jude y aún no sabía que se supone que iba a decirle o qué es lo que pasaría exactamente. Trató de no obsesionarse con eso, el problema es que ignorar tanto el tema tampoco fue de ayuda y ya de vuelta, sin poder seguir evadiendo la situación, se sentía demasiado confundido. Las puertas del elevador se abrieron y su estómago se hundió.

Salió al pasillo con el corazón en un puño. Evgeny lo seguía en silencio, pero podía sentir su mirada evaluativa, sin duda se había dado cuenta de lo tenso que se puso en el corto tiempo que duró el camino hasta el noveno piso. Se acercó a la puerta y dudó solo un momento antes de introducir el código en la cerradura. Tragó en seco y dejó la puerta abierta para que Evgeny pudiera seguirlo adentro.

Se sobresaltó un poco cuando una bola de pelos se restregó contra sus piernas soltando ese gorjeo felino tan gracioso. Ni siquiera había escuchado a Risotto acercarse, pero claro, eran esas habilidades de ninja que los gatos poseían. Por fin una sonrisa se extendió por su boca mientras se agachaba para recoger a su mascota. Ella seguía haciendo esos sonidos graciosos, como si le preguntara por qué demonios había estado fuera por tanto tiempo.

—Ow, lo siento, amiga. Ya sabes, el trabajo es el trabajo. Pero te extrañé un montón. Dime que te portaste bien— Risotto golpeó la cabeza contra su barbilla y se restregó, dándole a enteder que no había tenido suficientes caricias aún. Riendo la llevó consigo hasta la sala. Se dejó caer en uno de los sillones individuales. Alzó la cabeza solo un poco para ver a su acompañante que seguía cerca de la puerta viendo a su alrededor—. Entra, Yeva, no te quedes ahí.

A Lonely Heart Song © (Love & Music #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora