Capítulo 8. Heather

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Echo un vistazo reprimiendo una sonrisa cuando entramos en una sala concurrida que, según vi en internet, es de la más famosa en esta ciudad, sin embargo, algo que capta mi atención es que no encajo entre esta gente. Llevo pantalones descoloridos y una ancha camiseta que mis padres hubiesen tildado de ofensiva, solo por ser de la sección de chicos y estar modificada por mí.

A la mierda los estereotipos.

Querían de mí que fuese la chica buena que jamás probó el tabaco, la que no dice palabrotas y se sienta con las piernas cruzadas. La que cree en Dios y en la paloma que embarazó a la Virgen María, pero eso en lo que ellos creían los ha llevado a la muerte. Sí, otra de las cosas que busqué en el móvil de Wyde fue algún trágico accidente en el pueblo donde ellos vivían, donde yo solía vivir.

Incendio de la iglesia, ningún superviviente.

Y, no, jamás se debería de leer los comentarios de ninguna sección porque la mayoría van a ser ofensivos... Sin ir más lejos, muchos no creyentes habían especulado que la iglesia se quemó porque estaban en medio de un rito de la secta cristiana invocando a su Dios y ellos mismos se dieron en sacrificio... Y no sé cuántas sandeces más.

A pesar de que soy menor de edad, estoy en este club, supuestamente celebrando la victoria. Aparentemente, la edad legal para beber aquí es más una sugerencia que un requisito real. El suelo del lugar es brillante —aunque pegajoso— y las paredes y mobiliario son negros. Me encuentro en medio de completos desconocidos porque Wyde, Trevor y Cassian desaparecieron de mi vista nada más entrar, mientras que Adler siquiera entró por la puerta principal.

Caminando por ahí, bajo las tenues luces rojas y azules, me dirijo hasta la barra que tiene espejos en la parte de atrás y lámparas colgando del techo mientras que Devour de Disturbed suena.

—Parrot Bay —pido a uno de los tipos detrás de la barra. No me piden la identificación, simplemente me entregan la bebida—. Gracias.

Dejo que el flujo caliente mi pecho, tratando de mantenerme quieta en el sitio, mientras que siento el pulso en mis oídos retumbar al mismo son que la música.

Una morena de piernas largas y descubiertas por una finísima tela de falda color dorada pasa por mi lado, no deteniéndose muy lejos y, al girar el cuello detrás de mí, visualizo a Adler pasar por una esquina apartada de la muchedumbre, sin embargo, es interrumpido por esa misma muchacha.

Apoyando mi codo en la barra, sonrío.

Esto va a ser interesante.

Se inclina sobre él, cubriendo sus labios con las manos a la vez que le susurra algo al oído. Las cejas de Adler se profundizan mientras que la chica muerde su labio inferior brillante y coloca una mano en la de Adler, pero fugazmente este da un paso hacia atrás.

Es entonces cuando veo un fugaz trozo de papel.

—Llámame.

La joven se voltea, meneando sus caderas con ímpetu cuando lo veo formar una mueca y lanzar el papelito al suelo. Tomando la bebida entre mis dedos, avanzo hacia el chico, recogiendo la hoja bajo su atenta mirada.

Sonrío, encogiéndome de brazos.

—Oh. —Mis cejas se elevan—. ¿Una mamada a cambio de una cita? Los estándares de esta chica están por las nubes... ¿Qué dichosa diosa osaría a querer hacerle una mamada a un Hunter pudiendo tener a cualquier otro mortal? —pregunto, mirando en la dirección donde la chica se fue—. Sí, realmente es una diosa.

Alarga la mano, agarrando el papelito.

—En ningún planeta.

Muevo mi pie.

Dulce Caída [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora