Capítulo 11. Heather

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Mis rodillas están golpeadas contra el pavimento segundos antes de volver a vomitar. Me limpio la boca y abrazo mis rodillas a mi pecho.

—¿Heather, estás bien?

Los ojos de Cassian recorren mi rostro, observando cada detalle, desde mi cabello hasta mis labios brillantes y rosados por haber estado vomitando.

—¿Alguna vez conociste a mi madre?

Sus ojos no se apartan de los míos.

—Lo hice, sí.

Mi barbilla tiembla, mientras me ayuda a incorporarme.

—¿Cómo era ella?

El aire me hace temblar.

—No la conocía bien —dice, pasando una mano por su cabello—. Discúlpame.

—Ella era panadera. —Cierro mis ojos—. Y nunca estaba en casa. Yo solía entrar en la habitación de mis padres y me rociaba con el perfume de ella, creyendo que así quizás estaría más cerca de mí... Pero no lo estaba... —Limpio mis mejillas—. Jamás supe cómo era realmente, sin su religión o fuera de la iglesia. Sin esos estúpidos vestidos de flores y la máscara de ama de casa ausente y mujer del pastor... —Cassian asiente y yo tomo un suspiro, tocando el colgante de oro con una virgen cualquiera impreso en el extremo—. ¿Crees que me odia porque se lo robé? —Pasa su brazo por mi cintura hasta sumirme en un abrazo e inhalo, llegando a mí el olor a sudor—. ¿Puedes llevarme al hotel? Ya no quiero estar aquí.

—Yo voy a cuidarte.

A eso de la una de la mañana, había llegado a la habitación del hotel y tras ducharme, yacía en el centro de mi cama, sobre las sábanas cuando apenas me dormí unas horas

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A eso de la una de la mañana, había llegado a la habitación del hotel y tras ducharme, yacía en el centro de mi cama, sobre las sábanas cuando apenas me dormí unas horas. Tiro la almohada al suelo y me levanto para arrastrarme a mí misma al baño, demasiado agotada mentalmente como para ser capaz de hacer otra cosa. Enciendo la luz, entornando levemente los ojos mientras los fluorescentes engullen la oscuridad. Me miro al espejo y contemplo el espectacular y asombroso horror de mi cara; nunca me había preocupado el dormir porque no era capaz de encontrar consuelo en él, pero ver mi imagen allí —aun habiéndome duchado— con las enormes ojeras tan oscuras, igual a moretones y, aunque el pelo libre de vómito, se encuentra enmarañado por haberme acostado cuando todavía estaba empapado, me sorprende no haber causado un accidente de tráfico cuando Cassian pagó ese taxi para que me trajeran aquí, ya que posiblemente en ese momento parecía un zombi hambriento.

Cepillándome los dientes, paso mis dedos por esa maraña de cabello aunque sin éxito.

A la mierda, así va a quedarse.

Escupo la pasta en el lavamanos y regreso a la habitación. Salgo por la puerta un minuto más tarde, dirigiéndome hacia la 112.

Mis nudillos golpean la madera antes de que la arreglada figura de Adler se presente ante mis ojos.

Existe algo muy peculiar sobre él.

Inhalo su esencia, la cual podría describir como agua fresca, aunque en teoría, el agua no tiene esencia...

Dulce Caída [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora