Capítulo 16. Heather

2 0 0
                                    


Me despierto sintiendo que me están pateando en el estómago. En el momento en que me acomodo sentándome, el calor húmedo cae por mis piernas. Retiro las mantas a medias y enciendo la luz de la mesita que tiene un horrible color rosa.

¿Me hice pis?

En cambio, encuentro sangre en mis muslos internos. La Madre Naturaleza ha dado a conocer su presencia, tan irregular como de costumbre. Creo que debía haber bajado hace dos semanas, tal vez tres.

—Mierda —jadeo. La puerta se sacude ante mi asombro, acompañada de más gritos—. Y los osos despertaron.

—Heather, ¿estás muerta? —pregunta una voz.

La de Adler, precisamente.

—Sí, estoy muerta.

Arrojo mis brazos en forma de derrota, antes de dejar colgar mi cabeza en mis rodillas. Extrañamente, mi habitación se inunda de un olor parecido al caramelo.

No puedo poner el dedo en la llaga, pero parece casi familiar para mí.

—No pareces una chica muerta.

—Porque no lo estoy. Solo estoy sangrando —digo, bostezando—. Pásame mi mochila, por favor.

—Pero pronto lo estarás... No literalmente, metafóricamente.

—Gracias —suspiro, alcanzando mi mochila entre sus manos.

—¿Planeas huir? —Pasa un dedo por el cabecero de la cama, haciendo que la camiseta de punto verde se alce, dejando a la vista algo de piel—. ¿No deberías guardar tu ropa en el armario?

Enderezo mis hombros y alejo cualquier tipo de pensamiento dirigido hacia él. Abro la cremallera y rebusco en el interior de la mochila para ver, si por casualidad, dejé una toallita higiénica perdida en el fondo.

—Puedes sentarte, si quieres —espeto—. Juro que no muerdo, y tampoco tengo planes de huir. —Alzo la vista a sus ojos. ¿Qué se supone que debo decirle? No voy a echar raíces. Este no es mi lugar—, Todavía. En cualquier momento puede que Cassian entre y decida que está cansado de mí y que ya no me quiere en su casa, cosa que me ahorraría tiempo de empacar mis pertenencias para marcharme.

—Princesa de hielo —susurra, su tono volviéndose más serio de lo normal. El modo en que pronuncia ese ridículo apodo, provoca que se me levante el vello de mi nuca—. ¿Crees que se deshará de ti?

Ya lo han hecho antes.

—De todos modos, tampoco tengo mucho que guardar. —Exhalo, sonriendo cuando al fin doy con mi preciado tesoro. Sonrío y lo levanto, mostrándoselo—. No hay nada mejor que encontrarse una compresa cuando más se necesita. —Doy un brinco sobre mí misma, acabando de destaparme y saltando hasta Adler, el cual me coge antes de que me dé de bruces contra el suelo. Tiro de su camiseta y siento el sonrojo de mi vergüenza arrastrándose hasta mis mejillas, mientras que él abre su boca y me mira con los ojos redondos—. Lo siento... —me disculpo, dando un paso hacia atrás—. No pretendía hacerlo.

Cuando no quieres ser tocado, aprendes el lenguaje corporal, y cada poro de mi ser había gritado en el pasado que no quería ser tocada... Igual que normalmente lo hace Adler.

Sé lo incómodo que resulta ser.

—Me manchaste —murmura. Su frente está arrugada, con el ceño fruncido—. Padre nos espera a todos en la puerta en una hora. Debemos salir pronto si queremos llegar a tiempo.

Adler no me está tocando, pero casi puedo notar su presencia en mi piel.

—Sin problema. No os haré esperar.

Dulce Caída [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora