Capítulo 40. Wyde

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Lo destripo como el pescado sin valor que es, luego uso el mismo cuchillo para cortar mi bistec al otro costado de la tabla de madera, mis dedos están manchados de rojo cuando veo a Leah moverse a mi lado, sus ojos rojizos y su cabello empapado de agua.

—¿Por qué estás cocinando un entrecot ahora? —pregunta, pasando su mano por sus sienes y con los ojos entrecerrados.

—Son las tres de la tarde, nena. Como nadie hace de comer, me permití el lujo de encandilaros con este estupendo manjar —empuño el tenedor en la carne y la levanto acercándosela a la cara.

—¡Por dios, Trevor! —gime—. Eres un puto cerdo... Voy a vomitar.

Leah corre a través de la cocina y sonrío ante su cara, cuando choca con mi hermano.

—Leah... Leah, espera —oigo a mi gemelo hablarle. Al ver como ella pasa de su irresistible rostro, que es el mismo que el mío, me mira—. Maldita sea, ¿qué le has hecho?

Vierto dos dedos de Basil Hayden en el vaso de cristal, agrego un cubo de hielo y lo saboreo antes de volverme hacia Trevor.

—Solo estoy cocinando. —Bebo un sorbo—. Someter a una mujer es cuestión de control. —Camino hacia él, girando los hielos entre mis dedos y la sangre de estos, escurriéndose por el líquido—. Un dar y recibir, por así decirlo. Un delicado tejido de poder. Proporcionándoles el placer absoluto de tu dominio... —Mi otra mano se posa en su mejilla—. Tú debes tener el control.

Suspira, apartando mi mano y me rodea, quitando la carne del fuego.

—Hablas como papá... Tío, deja de pasar tanto tiempo con el viejo. —Arruga su rostro inconscientemente, provocando un dolor sobre su piel alrededor de su ojo—. Y no quiero nada con Leah, es agua más que pasada.

Heather resopla a nuestras espaldas, sus labios curvándose ligeramente.

—¿Un entrecot? —ofrezco.

—No, gracias, Wyde... Oye, Trevor... Esto... Necesitamos hablar.

Enarco mi ceja ante ella.

¿Trevor y Heather? ¿Mi sumiso gemelo me oculta algo?

—No me digas que vais a hacer un trío con Leah? —suelto, dejando el vaso en la encimera—. Joder, porque yo me apunto, nena.

Me acerco a ella y olisqueo su pelo. Ella voltea sus ojos y me aparta.

—Agua helada debe correr por tus venas, porque tú no tienes corazón, Wyde —sisea y se quita un mechón de cabello de su hermosa cara—. Joder, su prima está desaparecida.

Chasqueo mi lengua.

—Perdón por querer seguir viviendo —agrego—. ¿Qué tenéis vosotros dos?

Heather se encoge de hombros, su cabello claro agitándose con el movimiento. Trevor me da un golpe en el brazo al pasar por mi costado con un plato lleno de verduras que se preparó a la mañana.

Maldito vegano.

Mis cejas se fruncen.

¿Desde cuándo Trevor me esconde algo?

Se me aprietan las tripas. Me duele el corazón.

—Trevor —lo llamo—. Me tienes a mí si necesitas algo, y ambos sabemos que soy todo lo que necesitas.

Exhala un suspiro y pone los ojos en blanco.

—No es nada importante, hermano —miente. Sé que está mintiendo—. ¿No tienes otra cosa que hacer?

Heather se encoge de hombros, mordiendo su labio inferior.

—Wyde, no sois siameses. No le ocurrirá nada a tu enorme ego si Trevor pasa un rato solo conmigo.

—Es para no morir de aburrimiento —comento y les sonrío.

Los dos estúpidos se despiden de mí y me dejan suspirando de pie en la cocina. La irritación me empuña el estómago, y mis nervios los puedo sentir a flor de piel, la bola de fuego gestándose en el centro de mis tripas, girando y creciendo.

¿Qué me ocultas, Trevor?

Dulce Caída [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora