Capítulo 37. Heather

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Todos están durmiendo. Comprobé o, más bien, oí como Cassian se metía en su habitación a las siete de la mañana, posiblemente completamente borracho o con Eleanor, ya que la vislumbré a eso de las seis por el patio desde el cuarto de Adler. Leah sigue en otro mundo, Wyde no ha salido de su habitación y Trevor y la muchacha han hecho tantas veces el delicioso, que deben estar cao.

Tras haber dormido apenas cinco horas, salgo del cuarto de Adler y voy hasta el garaje, deslizándome silenciosamente por el pasillo con un kit de herramientas para cerraduras que vi cuando le arreglé la moto. Con el corazón golpeando en mis oídos, camino hacia el estudio de Cassian y verifico que, efectivamente, la puerta está bloqueada. Siguiendo los pasos que usé en Painwaick para abrir la cerradura el día en el que me quedé en la calle por haberme olvidado las llaves, logro hacer que el pestillo se mueva. Conteniendo la respiración y agarrando las herramientas, entro en la oficina, golpeándome el fuerte olor de Cassian.

Froto mis manos en mis jeans.

¿Por qué estoy tan nerviosa? Esto ya lo he hecho antes.

Si Cassian mató a su esposa o alguien lo hizo o encubrió el asesinato de mis padres, debe tener algo por aquí que lo incrimine.

Mi garganta se aprieta.

No tengo ninguna prueba real y puede que me esté equivocando.

Me arrodillo en el suelo y abro los cajones inferiores del escritorio. Todo son papeles acerca de los movimientos por la compra de jugadores del equipo de Adler, la tasación anual del mismo y todo tipo de reportes en los que Adler decidió no presentarse en no sé cuántos partidos. También hay una cláusula de confidencialidad con la firma de Adler y más y más y más contratos.

Suspiro, moviendo mi flequillo.

Viven por lo que gana Adler... Si Cassian es un hombre de negocios desde que Brooke vivía, ¿cuáles son los negocios exactamente? En aquel entonces, no debía de tener más de nueve años y, que yo recuerde, Adler no empezó en su oficio hasta su adolescencia.

No hay nada. Nada.

Y a no ser que sea hacker, no voy a poder acceder al ordenador.

Sigo moviéndome a través del estudio y esta vez me centro en las grandes estanterías repletas de libros, detalle que no comprendo. Si tiene una biblioteca para su entera disposición, ¿por qué guardar libros también aquí? Voy abriendo libros al azar para asegurarme que entre ninguno de ellos hay algo escondido, cuando en un tomo de cocina, cae una carta.

Sonriendo, la cojo entre mis manos y, mierda, creo que viene alguien. Se oye el sonido de la madera crujir. Dejando el libro en su lugar, guardo tanto la nota como la carta en la parte trasera de mi pantalón y me hago con la caja de herramientas antes de salir volando del escritorio. Me meto en el interior de la sala de cine y echo mi cabeza hacia adelante para ver a Trevor acompañando a la chica a la salida. Ella lo besa, pero él no responde al gesto. Cuando cierra la gran puerta acristalada, se voltea y debe notar mis ojos sobre él, porque inmediatamente cae su mirada en mí.

—¿Hearth? —Su ojo no está tan morado y la hinchazón ha bajado—. ¿Qué haces despierta tan temprano?

Hago un movimiento con la mano para que se acerque. Una vez está frente a mí, lo veo buscar algo a mis espaldas, como si supiera que oculto algo.

—Debería preguntarte lo mismo.

Mira hacia el despacho de su padre y rápidamente las piezas encajan en él.

Mierda, la puerta.

—Podrías haber preguntado.

Miro alrededor del pasillo, como si esperara a que alguien fuera a aparecer.

Dulce Caída [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora