Efecto Ivermony

43. Debe ser perfecto

Alassia

Había pasado unos días en la casa de Mina, con ella, hasta la rutina más monótona era hermosa. Desde el minuto cero, cuando despertaba, desayunar y preparanos para ir a la universidadad juntas, hasta el último segundo del día en que podía apreciar su precioso rostro quedarse dormido.
Esa cercanía me recuerda a los años de preparatoria. Estar juntas de nuevo, hace que, poco a poco, esos tres dolorosos años vayan borrándose de mi memoria. El enojo me había cegado de lo que realmente tenía frente a mí, haberla pasado tan mal me impidió verla, me impidió recordar cómo era Wilhemina, todo lo que hacíamos, la manera en que me sentía cuando estaba junto a ella.

Ya me he dado cuenta del plan que tiene Dios para ambas. Es loco pensar que ambas hemos tenido que sufrir y perder muchas cosas sólo para estar juntas.
Yo he perdido a Daphne, y ella a Bianca pero principalmente a Cordelia, ambas hemos tenido que pasar por cosas como alejarnos la una de la otra por temor, por amor, por... El idiota de Langdon también.

Pero en fin, aquí estábamos, y no la dejaría ir, no pienso cometer ese error una vez más.
Me encontraba caminando por una avenida repleta de tiendas, en mi lista mental tenía que conseguir cuatro cosas.
Primero y principal, un vestido, flores, velas y... Un anillo.
Saco del bolsillo trasero de mi oxford azul mi celular y llamo a Tara que sé, debe estar por aquí dando vueltas en alguna librería o café, todos los fines de semanas aprovecha a gastar dinero de la tarjeta de crédito de Hillary porque es una consentida.

-¡Allieee!- Tara chilló del otro lado de la línea haciéndome sonreír mientras caminaba entre el conglomerado de gente.

-¿Dónde estás hoy mocosa malcriada? ¿En Chanel, Gucci o Versaces?- La molesto riendo por lo bajo.

-Estoy en un café idiota, salir a comprar ropa no es un delito, y además no uso esas marcas, no creas que quiero dejarnos en la ruina a Hillie y a mí.- Suelto una pequeña risilla y niego levemente.

-¿En qué bar esas? Necesito que me ayudes con algo urgente.- Le pregunto para ir hasta allí, necesito que mi mejor amiga me ayude con esto, es importante para mi y debe ser perfecto, tenemos que hacer que el plan que tengo en mente funcione a la perfección.

-Te paso la ubicación.- El ringtone de una notificación se oyó levemente en mi oído, se encontraba a siete calles de donde estaba.

-De acuerdo voy para allá, adiós.- Le digo y finalizo la llamada. A paso veloz me encamino al café, no tengo mucho tiempo si quiero que esta noche mi plan se realice.

Por fin diviso el café, cruzó la calle y con la mirada veo a mi amiga sentada en una mesa bajo los cálidos rayos de sol, lleva anteojos de sol y una capelina color crudo, me aproximo y coloco mi mano en su hombro haciéndola voltear. La saludo con un beso en la mejilla y tomo asiento en la silla de enfrente.

-Cuéntamelo todo.- Se cruzó de brazos y yo tome coraje para decirle lo que había hecho. Al parecer me tarde demasiado buscando las palabras correctas, pues sus manos me tomaron por los hombros para darme una fuerte sacudida.

-Voy a proponerle matrimonio a Mina.- Aquella acción me había sacado las palabras sin dificultad. Sus ojos se ensancharon como los de un búho, sin mencionar que su mandíbula se descolocó hasta llegar al piso más o menos.

-¡¿Qué?!- Gritó exaltada, se quito el sobrero al igual que sus anteojos para dejarlos sobre la mesa. Era como si los mismos no la desatan creer lo que había oído.

-Bueno, en teoría ya me lo pidió ella pero quiero hacerlo de una manera un poco más romántica de lo que actualmente fue. No digo que una propuesta bajo la lluvia no haya sido linda, es que quiero darle un anillo y... Bueno no lo sé, ya sabes, esas cosas anticuadas pero que a mí me encantan.- Empecé a hablar más rápido de lo normal hasta el punto de casi balbucear mis palabras. En eso una de las manos de Tara se posicionó sobre mí boca para hacerme callar un segundo.