Alassia.
Esa noche nos quedamos viendo una entretenida comedia en la habitación de Mina. Al parecer, ella era de la clase de personas que se duermen a la mitad de las películas, por lo que antes de que la misma acabara sentí una leve presión en mi hombro, su cabeza descansaba plácidamente sobre mí. Los brazos de Morfeo la habían acunado sumiéndola en un profundo sueño. Percibí su rítmico palpitar con perfecta nitidez en compañía de una apacible respiración, aquella melodía se estaba convirtiendo en el sonido que quería oír por el resto de mis días.
Apagué cualquier rastro de luz del espacio en el que estábamos para después acurrucarme detrás del cuerpo que dormía a mi lado.
Por primera vez sentí que, si tenía que morir algún día, esperaba que fuera de esta manera, rodeada por sus brazos, oyéndola respirar, irme tranquila sabiendo que me ama... Y que nos volveremos a encontrar en nuestras próximas vidas, porque volvería a ella una y otra vez. Siempre.Pero entonces recuerdo que es ella quien tal vez se vaya antes que yo, y que quizás sea yo quien deba despertar un día y descubrir que se ha ido.
No quiero pensar en esto, ni siquiera somos novias oficialmente y ya me estoy imaginando nuestra despedida.Estás cansada y ya es muy tarde, hazme el favor de cerrar los ojos y dormirte Alassia.
Ni siquiera noté cuando me venció el cansancio, recién abrí mis ojos a las diez de la mañana del día siguiente en la misma posición en la que me había dormido. Mi precioso ángel de melena cobriza dormía profundamente sobre mí, se veía tan hermosa, como siempre.
Decido levantarme con sumo cuidado para dirigirme a la cocina, prepararé el desayuno, quiero darle una sorpresas y llevárselo a la cama. Rebusco por todo el lugar los ingredientes que necesito para cocinar unos hotcakes acompañados con un té de vainilla y coco. En una bandeja coloco todo meticulosamente alineado a la perfección.
Una vez dentro de donde dormí, dejo el desayuno sobre su mesa de noche y me acerco a su apacible fisonomía.
Deposito un camino de besos desde de su frente hasta sus labios, la oigo removerse entre las sábanas de satén violetas para luego abrir esas gemas que llevaba por ojos.—Buenos días mi bella durmiente, ¿necesita otro beso para despertarse?— Me regala una de sus sonrisas marca Ivermony.
—Un beso más tal vez ayude, porque despertar con usted señorita, es un sueño hecho realidad.— Beso su labios para luego enseñarle la bandeja con el desayuno recién hecho.
—Espero que no te moleste que buscara los ingredientes en tu cocina, es que quería sorprenderte.—
—No te disculpes por eso, mi casa es tu casa. Cielo, no tenías que molestarte... Aunque... Debo admitir que esto huele delicioso, déjame probar tus dotes culinarios.— Sonrío mordiendo mi labio inferior, aguardo pacientemente a que saboree los deliciosos hotcakes.
—¿Y?— Pregunto.
—Dime, ¿qué he hecho de bien para tenerte?— Tomo eso como un "Dios Lizzie cocinas como un chef profesional de París." Me causa ternura verla hacer muecas de disfrute al comer, le prepararía el desayuno todos los días con tal de verla así de feliz como lo está ahora.
—Existir.— Ambas desayunamos mientras que hablábamos de temas triviales sin importancia.
La mujer que tenía frente a mí era totalmente diferente a la que conocí en el instituto. Con cada palabra que salía de su boca, más comprendía el dolor por el cual había atravesado. Whilemina se envolvió en una inmensa coraza, encerrándose detrás de muros de décadas de grosor donde acabó por sofocarse en soledad.
El dolor puede destruir y cambiar a las personas completamente. Estando conmigo en ese momento, la pelirroja había bajado la guardia, dejaba ver su lado más natural, su verdadera esencia y, me parece maravillosa.
Con el mundo exterior siempre se comportó inalcanzable, fuerte e incluso superior. Tenía que demostrarles su lado rudo y temible para que de esa manera no la vieran con ojos de lástima, dado el pasado con el que arrastraba, ni tampoco trataran de aplastarla cual insecto bajo una bota.
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Efecto Ivermony
Fiksi PenggemarPara muchos estudiantes Wilhemina será su más grande pesadilla y les dará motivos para temblar. Pero, quizás Alassia no aplique a la regla. "(...) Quién hubiera dicho que a la profesora más temida de la institución, inalcanzable, fría, distante, abr...