Efecto Ivermony

40. Dejar ir

Whilemina

Mi corazon aún permanece latiendo de manera acelerada, incluso luego de haber dejado a las chicas en el hospital.
He tenido que detenerme un momento para respirar y soltar toda mi preocupación, con mía manos tomo el colante de mi deportivo y aprieto fuertemente hasta dejar la punta de mis dedos en un tono blanquecino. Pensar que pudo haber sido Lizzie me ha dejado conmocionada, cualquiera pudo haber corrido esa suerte, y Daphne... Cielos, ella era probablemente la última persona que se lo merecía. Siendo como era... Tan dulce, cariñosa, tan... Ella. El mundo ha perdido a una excelente persona.

La vida no me alcanzará para agradecerle lo ue hizo por Lizzie. Por haberla cuidado cuando yo no pude, por haberle dado el amor que ella no sintió... Por haber cuidado de su corazón.

Una vez bajo de mi auto para proceder a la peor parte de mi día, de todos mis días en realidad. Entrar a la casa que ahora comparto con él. Langdon.
Mis pies caminan lentamente uno frente al otro, la llave es incertada en el cerradura de la puerta de entrada, paso por el umbral y dejo mis cosas en el perchero. Paso de largo a la cocina y vierto en una copa un malbec italiano que el rubio trajo de uno de sus tantos viajes. De la nada lo oigo, sus pisadas a mis espaldas, mi oído ya las puede reconocer, entonces mi cuerpo se queda absolutamente quieto.
Su mano izquierda se posiciona en mi cintura para atraerme de espaldas a él, siento su respiracion golpear en mi nuca y eso me pone los pelos de punta.

-Buenas noches querida.- Siguió de largo pasando de mí, suspiro agradecida de su lejanía.- He cerrado el trato con los empresarios Chinos, debo salir de viaje, lo más probable es que sea un mes pero puede variar estando allá.- Mantengo mi rostro serio, pero en mis interiores siento cómo mi ánimo a repuntado considerablemente. Adoro cuando el no está, cuando por fin puedo respirar en mi propia casa, la soledad es por lejos muchísimo mejor compañía que el idiota que tengo por esposo.

-De acuerdo. ¿Cuándo debes partir?- Continuo con mi misma expresión mientras que el regresa a la sala y yo lo sigo por detrás.

-En dos días.- Se acomoda en el sofá blanco y enciende la televisión dando al canal de las noticias. Iba a salir de ahí, pero entonces un reportaje acerca de un accidente automovilístico se aparece en pantalla logrando captar mi atención.
Dios mío, es el accidente de Daphne.- Esa chica trabajaba en Olimpo contigo, la recuerdo.- Suelta el rubio indiferente, no me extraña que la conociera, después de todo Michael es parte de mi vida desde que que tengo diez años, además ella fue mi compañera de curso por mucho tiempo.

-Sí...- Suelto algo entristecida, llegué a apreciar a Daphne en algún momento, conozco el tipo de persona que era, ciertamente no merecía lo que le pasó. Con los pocos ánimos que me quedan me dirijo a la blanca escalera que conduce al segundo piso, mi bastón repiquetea en la porcelana del suelo, pero ni bien llego a la mitad de la escalera la voz del hombre en la sala me detiene.

-Pobre de Alassia, sin duda debe de estar destrozada.- Mi cuerpo queda petrificado. No es cierto, dime que no es cierto.
Me volteo cuidadosamente a mirarlo y el tiene sus ojos clavados en mí, él...

-...T-tú...- Una perversa sonrisa se dibuja en sus labios, empieza a acercarse a mi paso a paso mientras que aplaude sarcásticamente.

-Vaya querida, eres todo una detective a lo Sherlock Holmes.- Rió a carcajadas mientras que sus pies se encargaban de subir por los peldaños de las escaleras creando cada vez más nuestra distancia.

-¿Tú asesinaste a Daphne?- Mis ojos se enjugan en lágrimas mirándolo como no queriendo creer lo que escucho. ¿Cómo es que un humano pueda tener tanta maldad en su interior? ¿Por qué? Esta no es una persona, este no es un humano, su alma está maldita y podrida por demonios.