Alassia.
He recostado mi cabeza sobre la barriga de Daphne, me he disculpado ya tres veces por mojar su buzo con mis lágrimas y las tres veces ella me dijo que no importaba, que sólo era agua y se sacaría con el aire, que llorara todo lo que quisiera.
No he querido hablarle del tema. Sé cuán insegura se puede llegar a sentir si menciono el nombre de la pelirroja y, aunque eventualmente le diga lo que pasó hace un rato, prefiero callar momentáneamente. Necesito aclarar mi cabeza y tranquilizar mis emociones antes de decir cualquier cosa.Ya llevamos unas dos generosas horas tendidas en mi cama, yo sólo ensimismada en mis penas, y ella simplemente reconfortandome el alma con su mera presencia y su caricias en mi enmarañado cabello, producto de la lluvia y el viento que afuera me capturaron.
La morocha pronto debe partir, sabía que esta noche tenía una cena en su apartamento con cinco de los profesores y directivos de la escuela en la que trabaja ahora. Pues, había renunciado a su cargo en Olimpo hacía ya un tiempo.
Su jefa es una verdadera ogra, creo que se apellida Presley, no lo sé, pero al fin y al cabo, la mujer la manda a hacer exámenes a sus alumnos de un día para el otro, lecciones, coordinar actos conmemorativos entre otras millones de cosas. Básicamente tiene a mi preciosa Daph corriendo de acá para allá toda la semana e, incluso algunos sábados.Lamentablemente no puede darse el lujo de faltar a esa reunión, además de que la misma se efectuará en su casa.
Me negué cuando dijo que podía cancelarles y mentirles con la excusa de que se sentía mal. Esto es importante para ella, no dejaré que cancele por problemas míos, encima si se trata de Wilhemina.—Le acabo enviar a Tara un texto pidiéndole que venga a hacerte compañía dulzura, no quiero que te quedes sola pequeña.— Una sonrisa melancólica se dibuja en mi rostro al escuchar ese apodo. Tal vez tenga veintiún años pero, yo seguiré siendo su pequeña. La misma que fue su alumna de música y... También la de cierta irritante pelirroja. —Escucha, sé que no quieres hablar ahora de lo que pasó... Pero te hice una promesa la noche de tu graduación, que nunca voy a romper tu corazón y, que jamás estarás sola en tanto yo viva. Puedes contarme lo que quieras y cuando tú quieras...— La interrumpo lanzándome a sus labios, beso castamente cada centímetro de esos carnosos y rosados tesoros. Nos separamos en busca de aire, dejo mi frente posada sobre la suya, cierro mis ojos disfrutando de esa cercanía, de su nariz rozando la mía, su cálida respiración agitada golpeando suavemente contra mi piel, de nuestras almas siendo una.
—Te amo.— Le digo hundiendo mi mirada en aquellos enormes ojos marrones y, por primera vez en tres años, ellos me recuerdan a los de Wilhemina. Inmediatamente aparto el pensamiento para enfocarme en lo que tengo frente a mí. Una persona que me ama con todo su corazón.
No ames a quien amas, ama a quien te ame verdaderamente Alassia.
—Yo a tí muchísimo más.— Respondió dejando un beso en mi mejilla y atrayendo mi cuerpo más hacia sí. —No veo lo malo de quedarnos así un rato más, al menos hasta que llegue Tara.— He quedado acunada en sus brazos sobre su regazo, me siento como una niña siendo protegida. Me gusta aquella sensación.
Cuando oímos un ruido en la puerta, Daph me quita de encima, toma sus cosas y le abre a Tara. Una morocha salió para que la otra pudiera entrar.
Entonces, la larga melena ondulada de mi mejor amiga se asomó curiosa por el umbral de la puerta de mi habitación. Al verme acostada hecha un bollito en la cama, no dudó en acercarse y recostarse junto a mí.Me removí un poco para darle un abrazo, me correspondió logrando que ambas quedemos sentadas mientras que nuestras espaldas se recargan en la pared tras nosotras. Me dio una sonrisa reconfortante y, en ese instante, le agradecí mentalmente a Dios por haberla puesto en mi vida. No hubiera querido que nadie más fuera mi mejor amiga, la amo con todo mi corazón.
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Efecto Ivermony
FanfictionPara muchos estudiantes Wilhemina será su más grande pesadilla y les dará motivos para temblar. Pero, quizás Alassia no aplique a la regla. "(...) Quién hubiera dicho que a la profesora más temida de la institución, inalcanzable, fría, distante, abr...