20. Bailando con el diablo

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Alassia.

El baile de disfraces llegó junto con un nuevo mes a la institución. Para variar, el ambiente en sí se apreciaba tranquilo, hasta diría aburrido. Aunque sin dudas prefería eso antes que lidiar con el drama acerca de Langdon.
Tara y yo no habíamos avanzado literalmente en nada con respecto a la investigación, aquellos datos que recolectamos, quedaron escritos en el cuaderno que oculté en la biblioteca. Pero luego de pensarlo dos veces, decidí llevarme aquella información a mi habitación. Que alguien más encuentre esa información no estaría siendo parte del plan.

Wilhemina finalmente decidió que llevaríamos a cabo un baile de máscaras. Siendo sincera, no era una mala temática, me parecía bastante sofisticada, bien al estilo de la pelirroja. Habría una cena de apertura, luego el vals de parejas donde tendré el honor de tocar una pieza y, finalmente la fiesta de música electrónica que suele durar hasta las tres de la mañana.

Me encontraba sumergida en la bañera de mi baño, Tara estaba envuelta en mi bata rosa y con una toalla en la cabeza sentada a mi lado. Estábamos teniendo una especie de tarde de spa antes del gran baile. Llevaba entre sus manos un enorme pote de helado de chocolate y crema, cada tanto le pedía que me compartiera un poco de ambos sabores.

—Niñas, acabo de hornearles unas galletas con chips de chocolate, la receta era de mi abuela. Las dejé sobre tu escritorio Allie.— Nos habla Diana detrás de la puerta. El exquisito aroma a vainilla tibia recién sacada del horno se colaba por todos lados hasta llegar a nuestras narices.

—¡Gracias Di! ¡Apuesto a que te quedaron exquisitas!— Se escuchan unas pequeñas risas de su parte para luego irse alejando a la distancia.
Le pido a mi amiga una toalla para cubrir mi cuerpo, el agua ya está perdiendo su temperatura así que lo mejor será salir,  de lo contrario pescaré un resfriado.

—Empecemos con tu peinado, mientras puedes ir maquillándote. Hmm... Bien, tú vestido tiene la espalda baja y descubierta, creo que... Voy a recoger tu cabello en un moño caído, tendrá una trenza preciosa adornada con pequeños brillos, estrellas y lunas. Debes lucir esta espalda tan sexy que Dios te dio.— Reímos.

Mi vestido era precioso. Negro, largo, con tajo brutal que le dejaba de todo a la imaginación. En parte del escote, cintura y final de la caída tenía pequeños bordados en hilos plateados las constelaciones del espacio. No era para nada cargado, apenas se podían distinguir las cosas mayores y menores en el oscuro de la tela que simulaba ser el universo.

La morocha probaba diferentes estilos con los largos mechones que desprendía mi cabeza mientras que yo le robaba helado del pote junto a mí. El cabello y las joyas completarán el look, pero lo que más llamaría la atención de todos, sería la preciosa máscara del color de los hilos del bordado, brillante, luminosa y exótica.

Luego de varios tirones que me arrancaron lágrimas, ya estaba peinada y maquillada. En último lugar irían los vestidos que, obviamente, se encontraban en el instituto.

—Muy bien...— Ahora es el turno de Tara. —...Tú vestido es de un color rojo carmín, simple espalda cerrada, pero eso se compensa con el increíble escote que llevas al frente. No te das una idea de la ventaja que significa tener el cabello así de largo como tú.— Comienzo por separar su melena en tres, voy a peinarla con unos largos y perfectos bucles. Parecerá salida de un cuento de princesas donde el príncipe queda enamorado a primera vista.

Coloqué tres rosas rojas a un costado de su larga cabellera, estas iban a juego con la tela del vestido, su lápiz labial y sus uñas. Se veía como una auténtica española.

—Ten cuidado, me jalas el cabello.— Se quejó dándole una audible palmada a mi mano en su cabeza. Ruedo los ojos con una sonrisa en mis labios.

—Sabes bien lo que decían las abuelas, para ser bella hay que sufrir, la hermosura cuesta y tiene su precio. Ya estás lista quejosa, ¿qué te parece?— Satisfecha con mi resultado, me hago a un lado para contemplar mi obra de arte. La morocha se observa con minuciosidad frente al espejo, sonríe triunfal al igual que yo.

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