013 - Malpensada

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Nada más sentarme en la mesa, el camarero vino en seguida a atendernos. Yo me pedí un capuchino y Phoebe un café con leche grande. No tardaron casi nada en servirnos ya que no había mucha gente.

Phoebe seguía callada, mirándome fijamente, supongo que quería ir directa al grano con nuestra "charla". Sabía que hablaríamos de eso, pero no me apetecía de primeras, así que intenté sacar yo un tema de conversación antes de que ella dijera nada.

— Estoy muy nerviosa. Mañana empieza ya el rodaje en sí y espero no decepcionar a nadie —rompí el silencio.

— No te preocupes, si trabajas igual que lo has hecho estos días lo harás genial —me sonrió y me dio la mano—. Además todos están muy contentos contigo, tanto los actores como el equipo de producción.

— Gracias Phoebe —le sonreí—. Solo estoy nerviosa porqué nunca he trabajado en una serie de manera tan intensa. En la serie en la que trabajé durante las prácticas íbamos grabando los capítulos de manera más pausada, pero en esta serie va a ser mucho más seguido e intenso el nivel de trabajo.

— Tranquila, lo harás bien, además sois un buen equipo. Es verdad que tendréis y tendremos que trabajar duró pero valdrá la pena —hizo una pausa dramática —. Además eso servirá para estrechar más los lazos y conocernos más —levantó una ceja.

Ya estaba intentando desviar el tema hacia dónde ella quería, y encima apenas hacía nada por disimularlo. En realidad era muy gracioso ese comportamiento, aunque fuera a mi costa.

— Si, supongo que tienes razón. Así nos conoceremos todos bastante más en profundidad y seguro que creamos una buena amistad —puse énfasis en la palabra amistad antes de empezar la conversación que sabía que ella quería iniciar.

— Por supuesto que tendremos una buena amistad —hizo una pausa y arqueó la ceja dibujando media sonrisa—. Con algunos más que con otros ¿no?

— No sé de qué hablas —rodé los ojos y me hice la loca. Sabía que eso la molestaría.

— Bfff ¡Venga ya Dalia! —puso los ojos en blanco, me soltó la mano y se cruzó de brazos— ¿De verdad me vas a obligar a hacer que lo sueltes?

— No sé que quieres que suelte. No hay nada qué decir —me encogí hombros haciendo creer que no entendía lo que me decía.

Era muy graciosa la cara que ponía cuando se molestaba. Se le arrugaba la frente y se le ensanchaban los orificios de la nariz como a un cerdito.

— ¿Hace falta que te vuelva a enseñar la foto que te mandé de ti y de Joseph en el barco? —bufó.

— No, no hace falta —me reí—. Pero no sé que quieres que te diga, no hay nada que decir. Simplemente somos amigos, igual que lo soy contigo, con Tuppence o con Tom.

— ¡Oh vamos Dalia! Se ve a la legua el cariño con el que le das el beso en la mejilla a Joseph. Además de como te tiene agarrada de la cintura —puso sus codos sobre la mesa para apoyar su cabeza encima de sus manos y mirarme fijamente más de cerca— Y no me digas que no te parece atractivo porqué sé que mentirás. Yo también tengo ojos en la cara y no se puede negar lo evidente.

— No te lo negaré, Joseph es muy atractivo —estaba a punto de ruborizarme pero intenté calmarme y no añadí nada más.

— ¿Entonces? - se acercó más a mí inquisitivamente. Parecía un policía en un interrogatorio, menuda insistencia.

— Entonces nada. Solo es un compañero de trabajo y espero que futuro buen amigo —hice una pausa y vi que seguía mirándome como si no creyera nada de lo que decía—. Me tenía sujetada de la cintura porqué estuve a punto de caerme, nada más. No es nada de lo que piensas.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora