018 - Otro intensivo

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Efectivamente, se hizo un silencio sepulcral al instante. Tom ponía cara de no entender nada mientras que Tuppence y Phoebe intentaban aguantarse la risa porqué estaban al tanto de todo y les encantaba el chisme. Y Joseph, el pobre, tenía una cara de Tierra Trágame que no podía con ella. Un cuadro todo vamos. Nos quedamos en silencio y empezamos a comer. Cuando casi habíamos terminado con nuestros platos, Tom rompió el silencio.

— ¿Entradas para qué? —preguntó Tom intrigado.

— Emm bueno —me puse inconscientemente nerviosa a lo que Phoebe y Tuppence me miraron aguantándose la risa. Yo les lancé una mirada muy seria para que pararan, su risa no ayudaba a tranquilizarme—. Pues como ya sabéis el jueves tenemos todos el día libre y yo a penas llevo dos semanas aquí y me quedan muchas cosas por ver.

— Así que pensé que ir a ver una obra de teatro en el centro de Londres es algo que se tiene que hacer —Joseph me interrumpió—. Y he comprado dos entradas para ir a ver El Mercader de Venecia el jueves. Ya que tenemos pocos días libres, pensé que sería buena idea que Dalia los aproveché y se adapte un poco a la vida de aquí —tosió con nerviosismo.

— ¿Así que tenéis una cita el jueves? —murmuró Tom arqueando una ceja y mirándome fijamente.

— No es una cita —respondimos Joseph y yo a la vez, levantando los brazos y moviéndolos de un lado al otro con nerviosismo.

Phoebe y Tuppence no pudieron más y estallaron en una carcajada al vernos a Joseph y a mí reaccionar de esa manera. Joseph se puso rojo como el carmín y creo que yo también por como mis mejillas ardían.

— Bu...Bueno —Joseph se levantó—. Me voy a peluquería y maquillaje a que me retoquen un poco. Nos vemos luego —ni me miró. Seguramente se sentía un poco avergonzado por toda la situación que se había creado.

— Te acompaño —Tom se levantó y le siguió los pasos—. Hasta luego chicas.

Una vez los dos chicos se fueron, me quedé a solas con Tuppence y Phoebe que aun estaban con la risa floja mientras yo las miraba seriamente. Más bien, con molestia.

— Muy maduro por vuestra parte. Habéis incomodado a Joseph y ya de paso a mi también. Sabéis que somos dos personas tímidas, no deberíais haberlo hecho... —las reprendí.

— Lo sentimos —pararon de reír—. Pero es que estabais tan monos los dos negando lo evidente y tan ruborizados, que ha sido inevitable.

— No veo que hay de evidente —me levanté y agarré mis cosas—. Simplemente Joseph intenta ser amable conmigo, igual que lo sois vosotras. Al menos espero que os disculpéis con él, se ha ido bastante incómodo.

— Tienes razón —contestó Tuppence—. No ha sido la reacción más madura que podríamos haber tenido, pero es que sois tan monos...

— Nos disculparemos enseguida que volvamos a estar juntos para rodar. Lo prometo —añadió Phoebe algo avergonzada.

— Está bien —me relajé—. Tenéis suerte de ser adorables... No me puedo enfadar con vosotras. En fin, vuelvo con mi equipo a ver que directrices tenemos para la tarde.

— Nosotras a retocarnos antes de volver a grabar, hablamos en la cena —me sonrieron y se fueron hacia el camerino.


Entre una cosa y otra reanudamos el rodaje sobre las cuatro de la tarde. Hoy al estar un poco más relajada, me centré en algunos planos de mis amigos y la verdad es que era una historia bastante triste. No pegaba nada con su yo real, lo que decía mucho de lo buenos actores que eran. 

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora