022 - Dormir juntos

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Cuando estuve fuera y mis ojos se hubieron adaptado a la poca luz del exterior que ofrecían unos pequeños focos, pude ver que Joseph estaba sentado en una de las mesas de picnic en las que nos solemos poner cuando hacemos alguna de las comidas en el set.

Estaba fumando con el semblante bastante serio y tenía la nariz roja del frío, aunque llevaba un abrigo. Me acerqué a él con una sonrisa e intenté entablar una conversación amistosa, a ver si conseguía que cambiara esa cara de pocos amigos.

— ¿Sabes que fumar es malo, no? —me senté a su lado y le sonreí—. Hasta el día en que vuelva a casa te lo voy a recordar, así que prepárate para soportarme estos meses.

— Que tengas suerte —se rio—. Mi madre lleva intentándolo años, si tu en unos meses lo consigues, creo que hará una estatua en tu honor —yo me reí también ante ese comentario.

— ¿Te encuentras bien Joseph? —coloqué mi mano en su pierna—. Has salido de la caravana sin decir nada...

— Estoy bien, solo me estaba sentando mal el alcohol y quería tomar el aire —dio una última calada al cigarro y lo tiró en un cenicero que había encima de la mesa. Sabía que mentía, no era solo por la bebida que había salido al exterior—. Además, que no me apetecía ver como Tom conseguía lo que quería desde un principio... —¿estaba celoso?—. Solo espero que no te haga daño Dalia, ves con cuidado —me dedicó una mirada triste—. Ya te lo dije, como amigo es muy bueno, pero con las chicas a veces no tiene filtros.

— No ha significado nada para mí, Joseph, solo es un juego. Además, Tom no me gusta, no es mi tipo. Y si no te hubieras ido tan estrepitosamente habrías oído que yo tampoco soy el suyo —se giró y me miró con cara de no entender nada.

— Pero si desde que has llegado no ha parado de tirarte ficha. ¿Cómo que ahora resulta que no le gustas? —Joseph de repente se interesó mucho por lo que le estaba contando.

— Pues a veces pasan estas cosas Joseph. Simplemente en ocasiones te obsesionas tanto con una cosa que te la imaginas de una manera y cuando la consigues resulta que no es como esperabas —desvié mi mirada hacia el frente y le dejé de mirar—. Y exactamente eso es lo que ha pasado, no ha habido ni una chispa. Al final solo hemos sido dos amigos o compañeros de trabajo —hice una pausa y me reí para mí—. O como quieras llamarlo, que estaban jugando, nada más. Lo mismo que sí por ejemplo Phoebe te hubiera besado.

— Ay no, no habría nada. Es mi amiga de hace tiempo, no la podría ver de otra forma —se rascó la cabeza y levantó una ceja.

— Pues exactamente eso es lo que ha pasado con Tom, menos por el hecho de que hace poco que nos conocemos. Simplemente la amistad ha pasado por encima de cualquier tipo de sentimiento romántico —le dediqué una mirada de complicidad.

— Bueno, me quedo más tranquilo —relajó el cuerpo.

— ¿Acaso estabas celoso? —le miré arqueando una ceja. Definitivamente había ingerido demasiado alcohol, estando sobria nunca habría sido tan directa.

— No, no —Joseph hizo aspavientos con los brazos con bastante nerviosismo—. Ya te lo he dicho, siento una gran conexión contigo, como amigo, y no me gustaría que te hicieran daño. Por eso me siento aliviado —desvió su mirada.

Como amigo.

— Está bien —le sonreí de manera un poco forzada. Phoebe se había equivocado, no le gustaba a Joseph en sentido romántico. Supongo que en el fondo era un alivio.

Mientes. Joseph te gusta, te acaba de doler el corazón cuando te ha dicho que solo ha conectado contigo como amigo.

Se hizo un silencio un poco incómodo, fueron unos segundos pero para mí fue una eternidad. Se rompió cuando me entró un escalofrío.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora