035 - Dacre: Prueba de cámara y vestuario

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— Oh... Bueno yo... —si Joe volvía a hacerme otro piropo, juro que me iba a desmayar ahí mismo—. Hola chicos, estaba esperando a John sí, por eso mis pintas, disculpad —me volví a sonrojar e intenté cubrir un poco mis piernas estirando la camiseta— ¿Qué hacéis aquí? Pensaba que ya estaríais descansando.

— Acabamos de llegar del estudio. Se ha alargado más de la cuenta la lectura de guion, ha sido intensito —respondió Joe rodando los ojos.

— Sí, pero ha sido divertido —añadió Dacre sonriente—. Y para compensar, antes de salir del estudio nos han dado Donuts de postre, además de la cena.

— Muuuuchos Donuts —recalcó Joe—. Así no ayudan a mantener la figura —chasqueó la lengua en señal de desaprobación.

— Desde luego, que desconsiderados son contigo. Así no su puede —respondí frunciendo el ceño, bromeando con él.

— ¡Exacto! —exclamó Joe alzando los brazos con exageración—. Menos mal que tú me entiendes —se rio

— Si, bueno —carraspeó Dacre—- La cuestión es que como había muchos y no te hemos vuelto a ver en todo el día —sacó una cajita de cartón—. Hemos pensado que tal vez querrías alguno.

— ¡Pues sería estupendo! Aún no hemos cenado y no tenemos postre —sonreí agradecida—. Y yo me muero de hambre, me comería un elefante.

— Si que te hace sufrir John. Creo que deberías pensar seriamente en cambiar de pareja —bromeó Joe.

— Cuando llevas tanto tiempo de matrimonio, es difícil cambiar de marido —bromeé rodando los ojos sacándole otra risa a los dos—. En fin, ¿vosotros habéis cenado?

— No, acabamos de llegar, hemos venido directos a tu habitación ya que está delante de la mía —contestó Dacre y acto seguido las tripas le rugieron— Ahora íbamos a cenar también —se sonrojó por ese sonido que emitía su estómago.

— Ya veo, ya —me reí por lo bajo— ¿Pues por qué no cenáis conmigo y con John? Vamos a estar muchos meses juntos trabajando, así ya nos vamos conociendo. Y por cierto, hablando de compañeros de trabajo, ¿Natalia y Charlie no están por aquí?

— Están de cena romántica —Joe rodó los ojos—. No eres la única soltera de oro, aquí nosotros dos también estamos más solos que la una —me guiñó el ojo y me sonrojé. Maldito John, no sabe mantener la boca cerrada y ahora tengo que aguantar estar bromas.

— Qué pena, ojalá hubieran estado también —contesté algo triste, me hubiera gustado conocerlos a ellos mejor también.

— Pero nosotros aceptamos tu oferta de cenar juntos —sonrió Dacre—. Y así tenemos excusa para quedar otro día que estén ellos dos también.

— ¡Estupendo! —le devolví la sonrisa y abrí la puerta del todo para que entraran—. Adelante pues, poneos cómodos.

Los dos chicos entraron y yo cerré la puerta. Les indiqué que dejaran las bandejas sobre la mesita que había en el centro de la habitación y cogieran lo que quisieran para beber.

— Yo creo voy a vestirme taparme un poco —reí con nerviosismo.

— Por nosotros no hay problema eh —dijo Joe con tono socarrón—. No nos incómodas en absoluto —Dacre le dio un codazo llevándose la mano a la cara, también estaba algo rojo—. Pero bueno. Como tú te sientas mejor —sonrió.

— Voy a ponerme unos pantalones al menos —me pasé un mechón de pelo detrás de la oreja tímida—. Si llaman a la puerta abrid, seguramente será John —los dos asintieron mientras empezaban a colocar la comida y las bebidas sobre la mesa.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora