028 - Noche Buena con Joseph

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Cuando estuvimos delante del portal, decorado con una corona de Navidad con motivos verdes y rojos, Joseph introdujo la llave y abrió la puerta. Alargó el brazo e hizo una seña para que entrara yo primero, siguiendo él después mis pasos y cerrando la puerta tras de sí.

— ¡Ya hemos llegado! —gritó con entusiasmo mientras se quitaba el abrigo—. Ven, dame tu abrigo y lo colgaré —me ayudó a desabrigarme y lo colgó en la percha de la entrada al lado del suyo.

— Gracias —sonreí tímida a causa de los nervios.

— Estás preciosa —pasó un brazo por mi cintura y depositó un dulce beso el mi sien—. Les vas a deslumbrar.

Me guiñó un ojo mientras sonreía, esa sonrisa era tan dulce y sincera, me derretía el corazón.

Joseph me tomó de la mano y me llevó hasta el comedor, dónde estaban sus hermanos preparando la mesa. Sus padres estaban en la cocina ultimando los últimos detalles de la cena. Todos los que estaban allí se quedaron mirándome de arriba abajo.

— Ella es Dalia —dijo Joseph presentándome y yo saludé algo cohibida con la mano—. Ellos son Arthur, Lizzy y Mary, mis hermanos.

— Encantada Dalia —sonrió alegremente Lizzy

— Un placer —dijo Mary, parecía más tímida que Lizzy.

— No hay duda de que mi hermano tiene buen gusto para las chicas —Arthur tomó mi mano y la besó amablemente—. Eres muy guapa —vi como le guiñaba un ojo a Joseph y este puso los ojos en blanco.

— Gracias... —me sonrojé.

Se hizo un silencio algo incómodo, pero sus padres no tardaron en salir de la cocina y se relajó un poco la tensión. La verdad es que Joseph estaba claro que ha sacado esos rizos de su madre, además que era una mujer muy hermosa; y los ojos castaños de su padre.

— Por fin te conocemos Dalia —padre de Joseph se acercó para estrecharme la mano con ímpetu—. Es un placer.

— El gusto es mío, señor Quinn —le devolví el apretón.

— ¡Al fin te conozco Dalia! —la madre de Joseph me abrazó efusivamente y yo noté como me sonrojé—- Joseph nos habla muchísimo de ti cada vez que nos llama desde el set o el hotel, además que no hace más que deshacerse en halagos sobre ti —me acomodó un poco el pelo que se me había despeinado a causa del abrazo—. También nos dijo que eras muy bonita, pero creo que se quedó corto. Tienes una belleza muy exótica, típica del Mediterráneo, eres muy bella. Me gusta mucho para ti Joseph —le dirigió una mirada sincera y le sonrió ampliamente.

— Mamá ya basta... —Joseph de rascó la cabeza con nerviosismo y estaba claramente ruborizado. En ese momento no sé quién sentía más vergüenza, si él o yo. No pude evitar reírme al verlo tan alterado.

— Para mí también es un gusto conocerla, señora Quinn —el calor de mis mejillas empezó a bajar—. He traído un vino típico de mi país para acompañar la cena, espero que les guste —le tendía la la bolsa con la botella y se la entregué.

— No tenías porqué traer nada linda —la madre cogió la botella, la puso en el centro de la mesa y sonrió amablemente—. Pero gracias por el detalle, seguro que está muy bueno —con un leve movimiento separó un poco una silla de la mesa—. Siéntate aquí Dalia, y los demás sentaos también, la comida está lista.

Me senté tal y como me indicó, a mi  izquierda se sentó Joseph y  a mi derecha su hermana Lizzy. La verdad es que parecía una chica muy simpática y muy unida a Joseph; también era castaña como él. 

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora