047 - Hazme tuya

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⚠️ ESTE CAPÍTULO TIENE LENGUAJE EXPLÍCITO +18, LEER BAJO VUESTRA PROPIA RESPONSABILIDAD  ⚠️

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Se alejó un poco de mí, cruzando los brazos sobre su pecho y dejando una distancia prudencial conmigo. Yo seguía en silencio leyendo la tarjeta una y otra vez. Me encantó el detalle, era muy tierno de su parte; pero sabía que eso me iba a traer problemas con Dacre.

Se hizo un silencio algo incómodo: a Dacre se le notaba claramente molesto, yo no sabía que decir por qué me sentía entre la espada y la pared; y John, obviamente, se había dado cuenta de la tensión que se había generado en ese momento y se le veía incómodo.

— Bueno —carraspeó John—. Creo que os voy a dejar solos... —se rascó la cabeza con incomodidad y se metió en su habitación sin decir nada más.

La puerta de mi habitación seguía abierta, así que aproveché para dejar un momento las flores en su interior y poder hablar con calma con Dacre. El silencio seguía presente, sólo nos dedicábamos miradas algo incómodas, hasta que decidí romper con ello.

— Dacre... —me acerqué un poco a él— ¿Estás bien?

— Dalia, de verdad que Joseph me cae estupendamente y es un gran chico —me miró serio—. Pero contéstame solo a una cosa, ¿de verdad quieres estar conmigo o sólo soy un pasatiempo para ti hasta que puedas volver a verle?

— ¿Qué? —me quedé petrificada, esa pregunta no me la esperaba en absoluto. Cada una de esas palabras me dolió. 

— Me has oído Dalia... —contestó algo triste—. Tú me gustas de verdad, pero no quiero ser tu segundo plato. 

— Dacre... —me acerqué a él para acariciarle el brazo con ternura e intentar apaciguarle—. Te acabo de decir hace a penas unas horas que estoy enamorada de ti, ¿en serio crees que tienes que hacerme esa pregunta? —en realidad, me sentía bastante molesta y, sin querer, subí un poco el tono de mi voz.

— Sí —respondió cortante mientras jugaba con nerviosismo con uno de sus anillos—. Necesito saber que no soy tu premio de consolación. No quiero seguir con lo que sea que tenemos si en realidad tú no sientes lo mismo por mí.

— Entra —dije señalándole al interior de mi habitación—. El pasillo no es el mejor lugar para discutir esto.

Me estaba empezando a enfadar y, cuando lo hago, se que alzo la voz y prefería que nadie nos oyera. Dacre entró sin rechistar, yo hice lo mismo después de él y cerré la puerta una vez que los dos estuvimos dentro.

— Dacre, puedo entender tus celos, de verdad —inspiré con fuerza para calmarme—. Pero simplemente es un regalo de cumpleaños de un buen amigo.

— Un simple amigo no te manda desde la maldita otra punta del mundo un ramo de rosas blancas —elevó la voz—. Y encima sabiendo que son tus preferidas.

— Simplemente es detallista, Dacre, de verdad que no hay nada. Creo que he dejado bastante claro eso y también lo que siento por ti —respondí ya bastante alterada y en un tono elevado.

— Por tu parte tal vez no haya nada, o al menos eso espero porque sino llevas dos meses mintiéndome —esas palabras se me clavaron como puñales.

— ¡¿Eres idiota o qué te ocurre, Dacre?! ¿¡Qué parte es la que no entiendes de que TE QUIERO?! —grité alzando los brazos y recalcando esas dos últimas palabras.

¿Qué acabas de decir?

— ¿Qué has dicho? —Dacre me miró con los ojos muy abiertos.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora