050 - Vuelta a casa y una confesión

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+18: ESTE CAPÍTULO CONTIENE LENGUAJE EXPLÍCITO, LEER BAJO VUESTRA PROPIA RESPONSABILIDAD ⚠️

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6 junio 2017

Narra Dalia:

Leves rayos de sol atravesaban las cortinas de la habitación. Entreabrí un poco los ojos y, a mi lado, pude ver como Dacre dormía plácidamente. No pude evitarlo y una sonrisa de quinceañera enamorada se dibujó en mi cara, su perfil era tan bonito, todo él era bonito.

Apoyé mi cabeza sobre su pecho desnudo y rodeé su cintura con mi brazo. Hoy seguramente era el último día en mucho tiempo que podría estar así con él, y quería aprovechar cada instante. Ante mi contacto, Dacre se desveló y me apretó contra su pecho con fuerza para abrazarme.

— Buenos días, linda —depositó un beso en mi frente.

— Buenos días —me aparté un poco para alzar la mirada y dirigirle una sonrisa—. Me despertaría así todos los días, abrir los ojos y que lo primero que vean sea a ti —me moví un poco para poder llegar a sus labios—. Te quiero —susurré sobre sus labios antes de unirlos a los míos.

— Y yo a ti, preciosa —me miró con ternura.

Nos quedamos en silencio, abrazados, disfrutando de nuestra compañía. Yo estaba acurrucada sobre su pecho, escuchando su respiración calmada mientras que él me acariciaba dulcemente el brazo con la yema de sus dedos. Estábamos totalmente relajados hasta que la alarma de mi móvil sonó.

— Bfff —resoplé mientras me levantaba a apagarla—. No quiero... —susurré para mí poniendo mala cara mientras me quedé en pie mirando el móvil

— ¿Qué te ocurre? —Dacre vino hacia mi, me abrazó por la espalda y dejó un besó en mi clavícula.

— Es la alarma que me puse para hacer las maletas... —exhalé un suspiro—. Y no quiero. Quiero quedarme contigo.

— ¿Y tienes que hacerla ya? —susurró a mi oído con voz grave mientras apartaba mi cabello dejando mi cuello descubierto— ¿No puedes esperar unos minutos? —sentí como sus labios rozaban el lóbulo de mi oreja.

— Mmmm... —notar su aliento sobre mi nuca hizo que se me erizara la piel— Puede que si...

Dacre no dijo nada más, simplemente posó sus manos en mi vientre y empezó a dejar tiernos besos por todo el recorrido que va desde mi cuello hasta el final de mi hombro, el cual estaba prácticamente descubierto ya que llevaba una fina camiseta de tirantes.

Eché mi cabeza hacia atrás y me mordí el labio inferior cuando noté como el calor se apoderaba lentamente de me cuerpo a causa del roce de sus labios sobre mi piel. Alcé mi brazo, llevándolo hacia atrás, para enredar mis dedos entre sus dorados cabellos. Él, ante esto, realizó el recorrido inverso con su lengua para dejar un último mordisco en mi cuello, lo que hizo que se escapara un leve gemido de mi boca.

Al tener sus manos en mi vientre, en un movimiento rápido giró mi cuerpo para quedarnos frente a frente. Nuestras respiraciones empezaban a ser muy agitadas, no decíamos nada pero sabíamos que nos necesitábamos una última vez antes de separarnos por un tiempo.

Juntamos nuestras frentes, notando nuestro aliento sobre los labios. Deslicé con delicadeza mis dedos por todo el camino de su fornida espalda hasta llegar a su nuca, a la vez que él dibujaba con sus manos el recorrido de mi espalda hasta posarlas en mi zona lumbar.

Lentamente, sus manos se adentraron en mi camiseta, sus dedos recorrieron mi piel desnuda con intención de deshacerse de la prenda que cubría mi cuerpo hasta que, finalmente, la dejó caer al suelo. Con la mirada recorrió mi cuerpo de los pies a la cabeza mientras expulsaba un bufido.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora