001 - Primer día

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Narra Dalia:

Aún estaba que no cabía en mí de la emoción: ¡me iba a trabajar a Inglaterra! Aunque era uno de los puestos más bajos en cuanto a estar detrás de las cámaras, tenía claro que por algo se empieza, así que no pensaba desaprovechar una oportunidad como esta.

Aunque no nos vamos a engañar, ir a Inglaterra significaba salir de mi zona de confort y eso siempre me había costado demasiado. Que se lo digan a Dídac, Xavier y Claudia que casi siempre me tienen que sacar a rastras de casa para los momentos de socializar. De hecho, si no llegaba a ser por ellos seguramente no habría aceptado la oferta; además de también las consiguientes amenazas de mi madre, mi padre y mi hermano si no lo aceptaba.

Me pasé los días previos a mi partida hecha un flan. Claudia tuvo que venir a ayudarme a hacer la maleta ya que, sinceramente, a veces era demasiado despistada y no quería dejarme nada ya que iba a estar en Inglaterra unos cuantos meses.




Al fin llegó el día de marcharme, estaba entusiasmada pero a la vez muerta de miedo de ir sola a esta aventura. Mis amigos y mi familia, que cogieron un vuelo a propósito desde Mallorca, vinieron al aeropuerto a despedirse de mí.

- No te olvides de llamar cada día y come bien -decía mi madre mientras no paraba de abrazarme. Podía ver como intentaba aguantarse las lágrimas.

- No te preocupes, ya una mujer hecha y derecha. Estará bien -añadió mi padre tratando de calmar a mi madre mientras me guiñaba un ojo haciéndome entender que no me preocupara por nada.

- A mí con que me presentes a una inglesa bien guapa me conformo -farfulló hermano, a lo que yo le di un codazo riéndome. Estaba en plena adolescencia y tenía las hormonas desbocadas.

- Será que no hay inglesas en Mallorca, que aún te tendré que presentar yo a una, ya te vale... -le contesté-. Anda dame un abrazo y despídete de mí cómo se debe, que no me vas a ver en mucho tiempo. Y piensa un poco menos con la entrepierna -le revolví el pelo.

- Sabes que te voy a echar de menos hermanita... -respondió haciendo un puchero

Yo ya estaba hecha un mar de lágrimas y aún quedaba despedirme de mis tres amigos, con lo cuál lloré aún más mientras estábamos los cuatro abrazados. Tanto que casi tenía la vista nublada.

- No te mates sólo a trabajar eh -me advirtió Claudia.

- Exacto. Sal a pasarlo bien e intenta hacer amigos -reafirmó Dídac.

- O más que amigos también... -añadió Xavier poniendo una cara traviesa

-No tenéis remedio, siempre igual. Voy a trabajar no de fiesta o a encontrar pareja -resoplé separándome de ellos, poniendo los ojos en blanco-. Bueno, en fin. Me marcho ya que aún perderé el avión -murmuré intentando recomponerme-. Enseguida que llegue al hotel os llamo a todos y.... -les miré divertida- ¡Espero que tengáis suficiente memoria en vuestros móviles porque ya sabéis que no pararé de mandaros fotografías!

Todos se rieron, pues sabían que era bien cierto. Y así, finalmente cambiando el llanto por las risas me adentré, después de facturar las maletas, al control del aeropuerto para después llegar a la puerta de embarque y subir al avión. Ya estaba hecho, no había vuelta atrás. Me ponía rumbo a una nueva vida a un lugar completamente nuevo y diferente a lo que había conocido hasta ahora.















**********









Después de casi dos horas y media de avión, en los que no pude descansar ni medio minuto debido a los nervios, al fin aterricé en el aeropuerto de Londres. La BBC me mandó un coche a recogerme al aeropuerto para llevarme hasta el hotel, cosa que agradecí enormemente puesto que mi sentido de la orientación es realmente pésimo y seguro que yendo en metro me habría perdido.

Al llegar al hotel, fui enseguida a la habitación. Eran como las 7 de la tarde, así que me puse cómoda y salí a buscar algo que cenar ya que en Inglaterra cenaban más temprano que en España: primer cambio al que tendría que adaptarme.

Fui a comprar una hamburguesa para llevar, ya que estaba agotada y quería comer tranquilamente en mi habitación y hacer una llamada a mis familia y amigos para decirles que todo había ido bien y que ya estaba a salvo en el hotel. Después deshice la maleta y me puse a descansar ya que al día siguiente tenía que levantarme temprano.







La alarma sonó a las 6:30 de la mañana. Me venían a recoger a las 8, pero al ser mi primer día quería ir con tranquilidad para desayunar, ducharme y prepararme.

Después de todo esto, intenté arreglarme un poco más de lo normal, poniéndome unos vaqueros y un jersey de cuello alto. Teniendo en cuenta que casi siempre iba con ropa deportiva, eso lo consideraba yo arreglarme un poco más.




En fin, como siempre, aunque me hubiera despertado con tiempo al final iba con prisas y tenía que bajar corriendo para no llegar tarde y que el coche que me venía a buscar no me dejase tirada

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En fin, como siempre, aunque me hubiera despertado con tiempo al final iba con prisas y tenía que bajar corriendo para no llegar tarde y que el coche que me venía a buscar no me dejase tirada. Gracias a Dios, llegué a tiempo y el chófer puso rumbo a los estudios. El momento se acercaba. Por suerte hoy solo era día de presentaciones y de reparto de trabajo, así que seguramente no lo pasaría tan mal.

Finalmente llegamos a los estudios y me dirigí a la nave donde me habían mandado ir. Llegué casi de las últimas (como no) y ya estaba todo lleno de gente.

Primero presentaron a todo el equipo de producción, dirección y guión, que eran con los que más trabajaría mano a mano. Durante el reparto de tareas, obviamente yo al ser la más joven y sin experiencia, finalmente me irán rotando por todos los lugares que fuera conveniente como ayudante. Eso para mí era genial ya que así aprendería de primera mano un poco de todo y del funcionamiento de este mundo.

Por último, nos presentaron al elenco de actores principales. Muchos de ellos diría que tenían más o menos mi misma edad que yo, eran jóvenes. Me fijé en que había concretamente dos chicos y dos chicas que seguramente rondaban la veintena igual que yo, así que pensé que tal vez mis amigos tenían razón y aquí podría hacer nuevas amistades.

Mientras pensaba todo esto no me di cuenta de que tenía la mirada perdida en dirección hacia donde estaban estos jóvenes. Uno de ellos se dio cuenta y se acercó a mi.

- Hola, me llamo Joseph, encantado -se presentó extendiéndome una mano.

- Aaah... Ehmm... -ahí estaba mi yo tímida asomando- Eh si, yo...
Yo soy Dalia. Encantada también -respondí estrechándole la mano mientras me ruborizaba.

¿Por qué te estás ruborizando, Dalia? Mal empiezas...

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora