041- Navidad con sorpresa - Parte 2

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(Volvemos unos minutos atrás)

Narra Dacre:

Dalia estaba realmente preciosa esta noche; no paraba de sonreír, charlar y bromear. Yo intentaba disimular lo mejor que podía, pero el simple sonido de su voz me embelesaba. No sé que tenía esa chica que desde el primer día que la vi sentí que había algo especial en ella. Y no me equivoqué, hacía tres meses que la conocía y cada día que pasaba a su lado, me gustaba más. Aunque ella era completamente ajena a los sentimientos que estaba despertando en mí.

Al fin llegó la hora de repartir los regalos del amigo invisible. Yo tuve suerte y me tocó Dalia, así era la excusa perfecta para poder hacerle un regalo y que llevara con ella algo que le hubiera dado yo. Aunque seguramente para ella solo significara que la aprecio como amiga, para mí significaba algo más. 

Dalia fue la última en abrir su regalo, yo la observaba con atención mientras lo hacía y supe que acerté cuando observé como su mirada se iluminó al ver el collar. Enseguida quiso ponérselo, pero le estaba costando así que decidí ayudarla.

— Espera que te ayudo —agarré el collar de sus manos y le indiqué que me diera la espalda.

Dalia se sujetó el pelo con una mano dejando su bonito cuello descubierto para que me fuera más fácil abrochar el collar. Mientras, con la otra sujetaba, el colgante sin dejar de mirarlo sin parar de sonreír y agradecer por el regalo aunque no supiera de quien era. 


— Me alegro de que te guste —le susurré al oído mientras dejaba que mis dedos acariciaran lentamente la piel de su cuello y su dulce perfume me embriagara.

Instintivamente me mordí el labio pero volví en mi cuando se dio la vuelta y me miró con sus ojos llenos de brillo. Sin pensárselo dos veces, se abalanzó sobre mi al descubrir que fui yo quien le regaló el collar. Me apretó contra ella lo más fuerte que pudo, agradeciéndome de nuevo por el collar y posando sus labios con fuerza en mi mejilla.

El tenerla tan cerca hizo que las pulsaciones se me desbocaran, pero la interrupción de John hizo que Dalia se separara de mi y volviera a acomodarse en su silla. Mientras tanto, yo intentaba calmar mis agitadas pulsaciones.

Seguimos todos un buen rato charlando y riendo entretanto pedíamos unas copas antes de volver al hotel. Pero, sin previo aviso, Dalia se levantó y salió del local, parecía algo abrumada. Como hacía calor y llevábamos unas cuantas copas nadie le dio importancia, simplemente pensaron que necesitaba tomar el aire. Yo me quedé pensativo mirando mi bebida y dándole vueltas al vaso.

¿Porqué no vas tras ella y aprovechas para que estéis un rato a solas?

— Ve tras ella, Dacre —Natalia me sacó de mis pensamientos y vi como Charlie asentía. John y Joe habían ido uno a la barra y otro al baño—. Aprovecha que está sola y dile lo que sientes. Tal vez ella no se ha dado cuenta, pero cada vez que la rozas te quedas embobado. Deberías decírselo de una vez.

— Ella sólo me ve como un amigo, no quiero estropearlo todo por decirle lo que siento —di un trago a mi bebida y clavé mi mirada en el vaso—. Prefiero dejar las cosas así.

— Tal vez ella siente lo  mismo por ti y tampoco se atreve a decírtelo —interrumpió Charlie y yo negué con la cabeza dibujando media sonrisa.

— Vamos Dacre —Natalia se levantó y tiró de mí—. No tienes 15 años, eres un adulto. Compórtate como tal y sal ahí fuera.

— Está bien —bufé rodando los ojos, sólo iba a salir para que me dejaran en paz, pero seguía sin querer decirle nada.

Cogí su abrigo rojo ya que se lo había dejado dentro, para tener una excusa para salir tras ella. Al salir vi que tenía una mirada algo melancólica, me acerqué a ella poniéndole el abrigo antes de preguntarle que le ocurría.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora